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Ayer el Banco Central subió la tasa de interés a fin de controlar la inflación, lo que podría generar colateralmente un freno de la economía.
Ello porque hay un escenario complejo: la inflación se ha elevado prácticamente a dos dígitos y el crecimiento ha disminuido a niveles preocupantes de 2,1%.
En virtud de lo anterior, algunos analistas de mercado ya hablan de estanflación -al menos provisoria-, uno de los escenarios macroeconómicos más temidos.
Pero calma, aún no estamos en un escenario de estanflación, porque ello requiere de un nulo crecimiento, lo que es prácticamente imposible con el actual precio del cobre y el ritmo de gasto.
No obstante a nivel global, hay una elevada inflación que coexiste con una fuerte desaceleración económica, no muy distinta a la de 1973, cuando el alza del petroleo generó un espiral inflacionario que sólo pudo ser revertida con fuertes alzas en las tasas de interés, frenando con ello las economías.
Es de esperar que la situación económica actual en nuestro país sea lo más breve posible, y que las decisiones del Banco Central sumado a una baja en el precio del petróleo, logren disminuir la inflación.
De lo contrario, al continuar las presiones de precios internacionales, ésta perniciosa“cohabitación”, de alta inflación y bajo crecimiento podría constituirse en un genuino “nudo gordiano”, debilitando las expectativas de los agentes económicos y contrayendo, por tanto el Producto Interno Bruto.
En este escenario complejísimo se debe mantener la calma.
Ya es perceptible la “caza de brujas” con el consiguiente debilitamiento de la credibilidad de las instituciones económicas. Algunos, se ponen creativos pues piensan que hay holgura para medidas populistas, recurrentes en periodos eleccionarios. Otros piensan que es precisamente el momento para reimpulsar medidas pro empresariales como la de flexibilidad laboral, entre otras; Y hay quienes ponderan la situación como “caldo de cultivo” para convocar a movilizaciones o paros cuando precisamente se requiere de mayor productividad, serenidad psicológica, baja conflictividad social y madurez política.
En este tipo de problemas no hay soluciones fáciles ni mágicas. Tanto Hacienda como el Banco Central, eso sí, tienen instrumentos para reducir el impacto negativo de la “cohabitación” en comento, especialmente el de la inflación.
Cierto, aunque el tema de los precios es principalmente un problema que compete al ente emisor, el expansivo gasto público impulsado por Hacienda también compromete su participación, y una acción conjunta entonces podría ser, indudablemente, la mejor forma de acortar el proceso de ajuste.
Jorge Navarrete Bustamante, MBA. Universidad de Talca.