Más por curiosidad que por adhesión, fui ayer al court central del Estadio Nacional a darle la bienvenida y a escuchar al presidente boliviano, Evo Morales. Los laureles que lo precedían era: haber liderado un movimiento social (campesino e indígena) en Bolivia que terminó situándolo en el palacio Quemado, como el primer presidente indígena de su país, y además quien llega a la presidencia con el mayor respaldo ciudadano.
Junto con eso en los primeros días de gobierno ha demostrado ser un presidente austero, muy trabajador y contrariando a los alarmistas ha sido muy conservador con sus declaraciones tanto en materia internacional, como con la oposición en su país.
El court central estaba lleno, sobre todo de gente joven, la atmósfera era de lo más variopinta, con diputados y senadores oficialistas, artistas, el más diverso abanico de partidos y agrupaciones de izquierda, ecológicas, gremiales y sociales. La bienvenida que contó con la participación de un gran número de artistas y grupos chilenos estuvo, asertivamente, marcada con rasgos y ceremonias mapuches.
Evo Morales se mostró gratamente sorprendido y agradecido con la numerosa concurrencia, y por la fraternidad demostrada hacia él y el pueblo boliviano. Nos habló de sus últimos logros: de la aprobación en el parlamento de la Asamblea Nacional Constituyente, para que todos los bolivianos participen de una “refundación” de su país, nos habló del sueño de una América unida que toma forma con la actual conformación de sus mandatarios y con las voluntades de sus pueblos. Nos recordó sobre su lucha por el reconocimiento a los pueblos originarios y su importancia cultural.
Un capítulo aparte merece su primer round con Estados Unidos, quien a través de su embajada intentó nombrar a algunos oficiales de las fuerzas armadas bolivianas, intento fallido por la acción del propio Evo Morales, lo que repercutió en la suspensión de un programa de cooperación de Estados Unidos hacia Bolivia por la lucha contra el terrorismo. A propósito de esto, Evo nos llamó a cuidarnos que la ayuda en la lucha contra el narcotráfico o el terrorismo en Sudamérica por parte de Estados Unidos, no se transforme en una solapada intervención política (y ojo que de eso nosotros los chilenos sabemos).
Sobre el tema más polémico de las relaciones diplomáticas con Bolivia, es decir su salida soberana al mar, Evo Morales no se refirió, sino que fueron los miles de asistentes quienes coreaban “Mar para Bolivia”. Fue entonces cuando un emocionado Evo dijo “No me van a creer, cuando llegue a Bolivia y les cuente que miles de chilenos me recibieron de esta manera y que fueron ellos quienes también pedían: mar para Bolivia, esto es un sueño para mí” y bueno yo creo que no sólo para él, sino que todos los que estábamos ahí presentes nos emocionamos con esas palabras. Acto seguido dijo que Chile y Bolivia se necesitaban mutuamente, y que uno de los desafíos era solucionar las necesidades energéticas (tema que claramente marcará la agenda de nuestra cancillería por los próximos 4 años), lo que podíamos entender como un guiño hacia abrir el mercado chileno para el gas boliviano.
Después de esta experiencia mi curiosidad persiste e incluso aumentó, así como también un respeto profundo por el presidente, su historia, sus sueños, y los sueños de América Latina. Estoy contento también de haber participado en esta histórica visita y espero que estos dos nuevos gobiernos de Chile y Bolivia puedan dar prosperidad a sus pueblos y propiciar un clima de hermandad entre ambas naciones.