Buenas conversaciones, buenos futuros
Rescate de los Mineros: No fue la hora de los políticos
22 Octubre 2010
Es indudable que no fue la hora de ellos. Debieron conformarse con mirar en un televisor, como todos los mortales, las peripecias de la ahora mítica mina, la cápsula y su bajada digna de Spielberg. Por Jaime González Colville.
Jaime González ... >
authenticated user CorresponsalEl mediático rescate de los treinta y tres mineros, con su fuerte carga emotiva, similar en el contexto histórico a los triunfos de la guerra del Pacifico, ha puesto en un difícil papel a los estamentos políticos.
Ni el Presidente, ni los ministros de Minería o Salud actuaron, en esta inédita emergencia, en su calidad de agentes ideológicos. Debieron recurrir a la tecnocracia – tan criticada – para superar la crisis. En esta opción se jugaron una riesgosa posibilidad si, por desgracia, hubiesen encontrado a los mineros fallecidos.
Pero la avasalladora marea de estas semanas, con un fuerte ingrediente de expectación y emotividad, se llevó por delante las palabras sobrantes, las posturas oportunistas o las arengas de hemiciclo. Ni Escalona o Longueira, Moreira o Zaldívar sacaron la voz - al igual que sus colegas - en este estremecedor capítulo, uno de los de más cargadas tintas, de nuestros últimos años y tal vez del siglo. Su acontecer – de haberle tocado el protagonismo – habría elevado a la misma cúspide que hoy tiene Piñera a una Bachelet o a un Lagos. Claro, la ex mandataria tuvo un terremoto donde pudo lucirse, pero la situación de los mineros requería de ingenio técnico, capacidad profesional y una dosis de suerte para superarlo. El sismo no da esas posibilidades.
Pero fue latente el silencio de la clase política, diputados o senadores, quienes optaron por un discreto mutis, a no ser alguna crítica por debajo del brazo en contra del oportunismo presidencial que nadie coreó. Es indudable que no fue la hora de estos representantes del pueblo. Debieron conformarse con mirar en un televisor, como todos los mortales, las peripecias de la ahora mítica mina, la cápsula y su bajada digna del director Spielberg, las típicas arregladas a “la chilena” de la manilla de la puerta (“¿tenís un cortaplumas?, le puse una amarrita de plástico”) y la salida con tintes de resurrección de los hombres del fondo de la tierra.
Es indudable: ante la instancia que se vivía, no fue la hora de los políticos.
Podrá discutirse ahora si en la cuasi tragedia de los mineros, no hubo responsabilidad del propio estado por la escasa fiscalización y débiles normas legales. Tal vez. Podrá argüirse que el Presidente se encontró con una opción única en su camino para elevarse en las encuestas. Es posible. Pero no se puede negar que la política y la guerra están hechas por el azar de los acontecimientos y el Mandatario, impulsado por su nervioso estilo, se lanzó en esta aventura con todos los riesgos. Y acertó.
El ingeniero Sugarret ha contado que, cuando fue llamado a la Moneda, entró al Palacio con jeans y llevando una mochila con sus enseres personales, sintiéndose incómodo ante los personajes que circulaban con ternos y bien dobladas corbatas. Al final de la historia, este profesional fue aplaudido por los pasajeros del avión que lo traía de vuelta a Santiago. Ni en sus mejores sueños, un parlamentario va a recibir este espontáneo homenaje. Desde ahora los legisladores, de este y del otro lado, deberán buscar el espacio para volver a tener tribuna.
Sin duda alguna que, en este episodio, no fue la hora ni el tiempo de ellos.
Comentarios
Don Patricio: Primero, sus
Don Patricio:
Primero, sus faltas de ortografía: la palabra es decisión y no "desición". El palacio de gobierno es La Moneda ( nombre propio) y no "la moneda".
Segundo: lo que yo vislumbro de este artículo es que nuestra clase política no es la de antaño, cuando un Ministro partía al Norte a dirigir en persona una campaña de guerra. O el Presidente (Bulnes) tomaba su caballo para combatir una revolución. Es evidente que en esta gestión de salvataje nada podía hacer la dirigencia, aun cuando ahora hay amplias controversias por menudencias como el papelito o la exhibición de la cápsula. Ahora vimos al diputado Sr. Tarud, integrante de la gira del Presidente y con un hijo en una embajada "representando" al actual gobierno, lamentar los actos del Mandatario.
Jaime Gonzalez, como
Jaime Gonzalez, como historiador debiera comprender y enseñar que donde actúan los diversos componentes de la sociedad es en definitiva el campo de la política y por tanto de sus actores los políticos en tanto representan la sociedad.
Partamos desde su inicio, el origen del problema de los mineros da cuenta de una profunda diferencia en la política referente a los derechos laborales y la seguridad en el trabajo. La desición del gobierno de poner a la cabeza del proyecto de recuperación a CODELCO, fue una definición en política el colocar a la cabeza de la operación al ministro de minería y de la operación de salud al ministro es una desición política. A alguno duda que el rol del ministro de salud, como medico de cabecera y no a los equipos de la zona es un efecto mayor que lo operativo.
O bien que la desición de que la transmisión fuese hecho por la moneda y no por la televisión pública fue una desición muy política.
No ver esto es tratar de tapar el sol con una mano.
Que en presidente de la república haya a asumido una fuerte desición política colocando al gobierno y a la principal empresa pública de esta desición, en una acción que hay que valorar.
Que nuestros representantes priorizaran la operación minera por sobre las diferencias es un acto que hay que valorar en su medida, y no tratar de des prestigiarlos y un historiador debiera no solo saber sino defender.
Animosidad que muchos
Animosidad que muchos compartimos Sr. Piedra, aun cuando no observo lo que Ud plantea en ese artículo, sino que una reflexión a todas luces verdadera.
Propio de su formación y
Propio de su formación y convicciones, el historiador muestra una extraña animosidad contra los políticos.
muy buen punto de análisis
muy buen punto de análisis profesor
Sin comentarios. Totalmente
Sin comentarios. Totalmente de acuerdo.