Reconozco que soy una fumadora empedernida y que nunca he tratado de dejarlo. Me gusta fumar, es un grato placer para mí (entre otros placeres que, quizás, relate más adelante). A pesar de lo mucho que me gusta fumar, encuentro sensato crear una ley; creo en el respeto hacia el otro, me parece válido. Cuando hay consenso, cuando se aceptan las diferencias debe haber espacio para todos.
Cuando voy a un café, a un restorán o a un lugar X, siempre pregunto: “¿Se puede fumar acá?”. Si la respuesta es positiva ¡perfecto!, me instalo y lo disfruto. Si me encuentro con una negativa o con un tremendo letrero SE PROHIBE FUMAR, sólo “OK, gracias” y sigo en busca de un lugar (porque tendrá que haberlo) que me permita saciar mi adicción.
Confío en el buen criterio de todos los ciudadanos (fumadores y no fumadores). Como buena fumadora estoy muy consciente de los daños que este vicio puede provocar, pero es una práctica a conciencia, no impuesta. Cada uno en lo suyo y respetando al que difiere.
En resumen, quienes fumamos deberemos preguntar más solamente, asegurarnos antes para evitar malos ratos.
En todo caso, y como dato útil a la comunidad, ya consulté en los más conocidos y céntricos cafés de nuestra ciudad… serán espacio para fumadores. ¡En buena hora!.