Tengo que ser sincero y eso es decir que antes de ser periodista soy hincha de “La Roja”, pero no cualquier tipo de hincha. Soy de aquellos que lloramos cuando no pudimos clasificar al mundial. Los mismos que, inexplicablemente, vibramos con cada partido, independiente del rival. De esos que ahora, nuevamente, nos sentimos traicionados.
Es que hoy en la mañana, cuando encendí mi computador un colega y amigo me golpeó con la noticia: Dos jugadores de la selección fueron sorprendidos con mujeres en las piezas del hotel durante la concentración del “equipo de todos” en Europa.
Este incidente me trajo a la memoria una serie de malos entendidos que hubo hace unos cuantos años con los jugadores. En ese tiempo eran otros quienes vestían “la roja” pero las actitudes eran las mismas.
Así fue como años atrás se filtraron unas imágenes que mostraban a varios jugadores del combinado nacional “divirtiéndose” con unas bailarinas en el hotel. El resultado de ese incidente fue el veto a los periodistas deportivos.
Ahora parece que las cosas han cambiado un poco. Los dos jugadores en cuestión: Mark González y Reinaldo Navia, fueron separados del plantel y tanto Acosta como el mandamás de la ANFP, Reinaldo Sánchez, anunciaron duras sanciones para ambos.
Yo estoy completamente de acuerdo. Ya está bueno que los jugadores de fútbol se conviertan en profesionales y dejen de comportarse como niños mimados. Es cierto, eso sí, que hay algunos jugadores que sí mojan la camiseta y que son puro fútbol, pero en este momento me sobran dedos de las manos para contarlos.
¿Hasta cuándo se ríen del hincha que llena los estadios para verlos jugar? Es que parece que los jugadores de fútbol aún no se dan cuenta que jugar y comportarse dignamente no es un pasatiempo, sino su profesión.
Lamentablemente, tengo que ser sincero, la próxima semana volveré a estar pegado a la televisión para ver el partido de la selección, porque el amor a la camiseta pesa mucho, pero me pregunto ¿hasta cuándo aguantaremos estas faltas de respeto?