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Diarios "La Mañana" y "El Centro": La Historia de la Noticia en Talca

20 Junio 2010
Nuestro columnista Luis Silva de Balboa nos entrega esta particular visión sobre la existencia de ambos medios de comunicación, una historia que vale la pena conocer, desde su óptica y realidad.
Luis E. Marqués... >
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Durante el gobierno de la Unidad Popular, la empresa del Diario "La Mañana" de Talca fue gravemente herida y afectada. Dirigida por una sola mano, la de su propietario don Juan Crisóstomo Bravo Ramos, un contador educado en un Instituto Comercial, quien fue paulatinamente propietario de una empresa cuyos dueños originales actuaron con indolencia o tuvieron otros intereses y fueron dejando de lado esta actividad, esto permitió que Juan C., como era conocido, adquiriera el control con una férrea y primitiva disciplina.

Por muchos años, y por fuerza de la costumbre, "La Mañana" se instaló como el único diario de Talca, con Linotipias antiguas, sus fotos eran casi borrones y su impresión de mala calidad. Su contenido oscilaba entre lo pedestre y local, y sus editoriales resultaban de las escuchas de su Director de los programas radiales del periodista Luis Hernández Parker. La notable contribución casi monotemática fue el Paso del Pehuenche, el que contó con la adhesión e iniciativa del diario y su Director de manera incondicional. Los encuentros con los argentinos fueron la pasión de don Juan C. quien con una estatura poco más de metro y medio, con mezcla de cariño y desdén algunos lo llamaban "el chico Bravo".

Pero detrás de este personaje de humilde origen, huérfano de madre a los 8 años, con dos hermanas, criado por unas tías, tenía un carácter excepcional, una visión del mundo y de la vida tremendamente simple de gran apoyo del sentido común de las cosas. Nunca nadie conoció a su mujer en acto social alguno.

También desde esas columnas algo escuálidas salió el apoyo a la idea de la FITAL hoy en "La Unidad de Tratamientos Intensivos" con fuertes y graves problemas de futuro.

En ese gobierno de la UP, años 7o, se produjo "la toma" del diario por parte de sus trabajadores envalentonados por el gobierno de izquierda. Ante el temor que el diario fuera expropiado e intervenido, usando la ley laboral como solía hacerse con las demás empresas, se nos ocurrió con don Juan hacernos miembros de la SIP (Sociedad Interamericana de la Prensa) y yo quedé como delegado, para lo cual don Juan me nombró en el directorio de su diario. Todo bajo la creencia que la SIP podría ser un detente ante el gobierno y una tribuna posible en busca de apoyo internacional para defender el diario y a su propietario, como ocurrió años después con el Diario La Prensa de Managua, de Violeta Chamorro, en su lucha contra los sandinistas. Yo vivía principalmente en New York y tenía largas charlas telefónicas con don Juan a las horas de la madrugada de ambos países.

Llegó un momento en que ya pasado el fantasma de la UP, quedó el fantasma de las falencias económicas de la empresa y los graves problemas técnicos, falta absoluta de capital para renovar los obsoletos equipos. Además don Juan nunca formó equipo con nadie.

Viajé a Talca y nos reunimos con su dueño, mi amigo.

Ante todas estas vicisitudes, la familia de don Juan era la gran ausente, por un lado debido a que el mismo don Juan nunca dejó que ninguno de sus hijos e hijas tuviera participación alguna real en la marcha de la empresa. Las díscolas que colaboraban, lo hacía en roles administrativos completamente subalternos. Esta “soledad” de don Juan siempre fue la nutriente de su cercanía conmigo. Un lobo estepario que se encuentra con otro.

Por otro lado su yerno, hoy muy enfermo y recién operado, nunca hizo otra cosa que “profitar” de su relación con don Juan anunciándose por años y años en el diario sin -supuestamente- nunca pagar un peso. Pero como se apreciará más adelante, su rol pasó de ser utilitario a negativo, que si no es lo mismo, es peor.

Así las cosas, y como resultado de esa entrevista consideramos con don Juan el mandar a imprimir el diario, en un acto desesperado, y fue mi primer consejo el hacerlo en el Diario “El Rancagüino” de nuestros amigos la familia González o con "El Mercurio" quienes incluso en algún momento estuvieron interesados en "La Mañana".

Mi opinión se basó en el inconveniente de darle la impresión del diario a una imprenta local. (Cuál sabia resultó con el tiempo mi aprensión) Pero don Juan consideraba muy caro y lejano cualquier cosa que no quedara a pasos de él. El internet no existía.

Ante la insistencia, o porfía, de don Juan decidimos buscar un imprentero local: así llegamos a la Imprenta Gutemberg de doña Eliana Norambuena de Aldana.

Se iniciaron los contactos y el intercambio de información para llegar a coordinar la impresión de “La Mañana” por parte de esta impresora.

Así, doña Eliana y su hijo conocieron de cómo se hacía un diario y constataron las grandes dificultades que atravesaba su cliente “La Mañana”. Con esto conocieron cómo usar la información y operación de “La Mañana” para salir ellos con un similar producto llamado “El Centro”, para lo cual en breve plazo se adquiere una rotativa usada que se instala con este propósito.

Sin duda alguna que ante esto se sabía que el Diario “La Mañana” caería en la más absoluta falencia y pérdida. Así se empuja a la quiebra del diario que llevaba casi 100 años de vida. Estos empujones lo lanzan al abismo, y junto a ello todo una época y un estilo de la ciudad. La sociedad talquina, colaboradoras como Amparo Pozo gritan, pero nada pueden hacer. El “grito” de la Amparo se sigue escuchando cada vez que publica “Acanthus” el único medio con cultura en la ciudad.

No contentos con lo anterior, se participa en el Remate del diario y -supuestamente- se quedan con la marca de éste sin que todos los miembros de la comunidad Bravo Toledo hayan firmado su acuerdo.

Uno de los primeros avisadores del Diario “El Centro” fue el mismo yerno de don Juan, en su condición de abogado y corredor de propiedades, pasando así también por encima de todas las gratitudes y lealtades debidas posibles hacia su suegro.

El señor Aldana, dueño del naciente diario “El Centro” contrató como gerente a Fernando Cordero quien con singular audacia forma equipo con el periodista Daniel Ortiz y logran el clímax de la empresa “El Centro” con la cobertura del crimen de “La Calchona” cometido por destacados hijos de destacados talquinos, crimen hasta hoy impune, y otros escándalos de rectores universitarios locales que vendían páginas y páginas de este sensacionalismo que “La Mañana” nunca publicó. Se iniciaba en Talca la prensa amarilla.

Nuevos tiempos, nueva ética, nuevo periodismo.

Pero Aldana también exonera a sus empleados autores de su primer éxito -Ortiz y Cordero. Daniel fue Director posteriormente de mi diario “La Región” donde también trabajó Cordero, ambos buenos amigos.

Lamentablemente, el no cumplimiento económico por parte de socios de “La Región” hicieron imposible la continuación de ese proyecto que le habría dado pluralidad a la prensa talquina, que es justamente de lo que hoy la ciudad adolece. Además “El Centro” hasta hoy no ha sido capaz de ser una fuente de opinión pública de la agenda del progreso local, o sea no sólo nos falta pluralidad sino también calidad.

Pero, ¿Se le pueden pedir peras al olmo?

“El Centro” quiso vestir de mejores valores a gente que quedó ahí mismo donde estaban y donde están, sin pena ni gloria, con un concepto eminentemente mercantil del periodismo intrascendental y opaco.

Ahora, quienes pretenden re-escribir la historia y sacan al antiguo diario “La Mañana” de las grandes iniciativas como “El Pehuenche” o bien “La Fital”, (hoy la FRITAL) los verdaderos talquinos que vivimos y conocemos la historia, o buena parte de ella, no podemos permitir que se violente tan groseramente la verdad y por lo menos un pedazo de ella, y la ponemos a disposición de nuestros lectores. Habrá muchos hechos olvidados, otros errados, pero lo cierto es que el sentido es y fue este y no otro.

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