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Imagen de Luis E. Marqués Silva de Balboa y Lagarde-Salignac

Se deduce de esta nota que

Se deduce de esta nota que Salvador Allende fue el último hombre consecuente de la historia reciente de Chile.

Un hombre que se inmoló por sus ideales, mismos que lo indujeron a sus errores.

Si el idealismo es una antítesis del pragmatismo, entonces aquel idealismo produciría dos conductas: la tozudez, y la ausencia de sentido real o práctico de la contingencia.

El divorcio ideario, de estilo, entre Allende y la gran mayoría de sus seguidores, resultaba evidente.

Habiendo sido en mi juventud un opositor (no enemigo) de su gobierno, como dirigente del Partido Nacional, pude constatar cómo la derecha política de aquel tiempo (que nada tiene que ver con la actual) junto con denostar al gobierno respetaba el temple y lo macizo del gobernante.

Cuando en una oportunidad lo fui a ver al Senado, su Secretario de apellido Labarca, era tan o más culto que el Senador, que lo presidía, Allende con cultura y confianza plena con el castellano.

Analizar a Allende en Chile no es fácil, es un acto casi de riesgo, y creo que el autor ha tenido un indudable acierto y una valentía, tan escasa hoy en Chile.

En el reino de la mediocridad, la objetividad es un valor escaso. La pasión, el sesgamiento, la diatriba con la que se justifica el oprobio es lo más normal.

Parece que todavía la historia está muy cerca de Allende; los ojos de largo plazo de la historia misma lo verán agrandar paulatinamente, en cuanto pase "la moda" de hablar mal de él y acusarlo de males que nunca provocó y olvidarse con mala intención de sus atributos como hombre público, como estadista.

Además un hombre elegante siempre es víctima de los broncos de todas partes.

El abandono que sufrió en los álgidos momentos aún no ha sido explicado por nadie.

Diletantes entre la cobardía, el criollo acomodo, los ambiguos de la política chilena y otros, corrieron por las calles este día, y estos reptiles su cruzaron con los advenedizos depredadores de cuello y corbata y de uniforme que venían en sentido contrario hacia La Moneda.

Abatido el equivocado demócrata, el hombre de ideales, se instala en nuestra Nación el culto a la codicia, lo brutal, lo pedestre y el salvaje mercado donde se tranza todo, desde vidas humanas, hasta los ideales que sucumben.

Comparto, hoy no hay políticos de fuste. Es más, creo que simplemente no hay políticos, en el sentido griego de la palabra o con "P" mayúscula.

Llegamos al bicentenario con hombres y un país de baquelita ya que Chile dejó en el camino su gran identidad, de la cual fueron parte consubstancial sus grandes hombres.

Todo, debido a que junto a los ideales, abandonó la cultura.

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