Miles de mujeres abortan cada año en Chile, la mayor parte en condiciones de riesgo y peligrando ser denunciadas y encarceladas. Estas miles de mujeres necesitan respuestas urgentes desde las políticas públicas y desde las leyes, desde los discursos públicos y desde los distintos actores sociales.
Pues ninguna de ellas aborta por gusto. Han llegado a esta decisión extrema por razones diversas: han sido forzadas a tener sexo, han tenido fallas anticonceptivas, han ignorado cómo prevenir, han carecido de acceso a los métodos. No cuentan con los medios para criar otros hijos o hijas, están enfermas o su vida corre riesgo de proseguir con la gestación. Carecen de apoyo familiar y de acceso al trabajo. El aborto tiene mil caras, todas ellas profundamente humanas.
En Talca diversas organizaciones de la sociedad civil, como Casa de la Mujer Yela, Corporación Domodungu, Foro Red de Derechos Sexuales y Reproductivos, ASOSIDA, Centro de Atención Micaeliano, Centro de Atención Familiar Quidell, PRAIS, salieron a las calles, una vez más. Vocearon sus demandas en torno al acceso al aborto libre y seguro, garantizado por los Estados en el marco del derecho ciudadano a la salud.
El aborto libre y seguro implica que:

• Las mujeres no arriesgan sus vidas en procedimientos clandestinos e insalubres.
• Que pueden ejercer su maternidad voluntariamente y en el momento oportuno y según sus proyectos de vida.
• Que ni las instituciones, ni las iglesias ni los intereses políticos ejercen su control y dominación sobre los vientres de las mujeres, sino que respetan su derecho a la autonomía sexual y reproductiva y su libre opción para ser madres o no, y cuándo serlo.
Estas historias, no obstante, continúan siendo ignoradas por quienes toman decisiones programáticas en el ámbito de Gobierno. Estas historias no cuentan tampoco para los políticos, pues legislar sobre el aborto tiene un costo que prefieren evitar.
Estas historias son desechables para los sectores religiosos, quienes continúan arrogándose el tutelaje moral de las decisiones de las personas, en especial, de las mujeres.
Pero cada día siguen abortando mujeres en Chile, mujeres jóvenes, mujeres maduras, mujeres con hijos y sin hijos, mujeres con recursos y mujeres modestas, mujeres con estudios universitarios y mujeres que apenas han tenido acceso a la educación. Sin duda son las más pobres y las adolescentes quienes más arriesgan cuando deciden interrumpir un embarazo en un contexto tan represivo como el nuestro.