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Spitzer no es sólo un buen demócrata, sino uno leal

04 Mayo 2007
El Gobernador de Nueva York, Eliot Spitzer, ha iniciado tres reformas verdaderamente democráticas en torno al financiamiento de las campañas electorales, el aborto y el matrimonio homosexual.
Alla Abramov >
authenticated user Corresponsal
Desde Nueva York.
El gobernador de Nueva York, Eliot Spitzer, es un verdadero demócrata. Digo, demócrata, sin mayúscula, porque de acuerdo al diccionario inglés Oxford, un demócrata es un abogado de la democracia, ese gobierno donde el poder soberano recae en el pueblo como conjunto y, más importante para este artículo, una democracia es un estado social donde todos los ciudadanos poseen iguales derechos.
A diferencia de otros políticos que se etiquetan según el partido político en el que militan (Republicano o Demócrata), Spitzer ha probado ser un abogado de la democracia en el sentido real de la palabra. Sus propuestas democráticas más recientes incluyen una reforma al modo de financiamiento de campañas políticas, una renovación a la legislación del aborto y un proyecto de ley para permitir el matrimonio homosexual en el Estado.
La voluntad de Spitzer en reformar el financiamiento es impresionante dadas las fuertes críticas y los coletazos políticos que ha generado y que seguirá provocando. En el estado de Nueva York, que tiene una de las leyes de financiamiento menos estrictas en Estados Unidos, lo que Spitzer pretende es reducir drásticamente el monto que pueda ser entregado a un candidato. Con esto, el gobernador espera que se den campañas más justas, fijando un número de dólares específico que cada uno de los candidatos pueda recibir del Estado, sin importar cuán ricos sean ellos mismos o cuánto dinero puedan recaudar a través de otros medios.
El punto central en esto, es dar las mismas reglas de juego a todos los candidatos.
Asimismo, permitirá tanto quienes no han estado en política por generaciones, como a los que aún no poseen todavía un nombre ni una reputación y a quienes no tienen una infinidad de posibilidades para conseguir dinero, presentarse como candidatos a algún cargo público. ¡Qué idea más refrescante! Tener alguien en posiciones sin que esté atado a promesas con las grandes empresas. Tener caras nuevas a cargo que puedan traer nuevas e innovadoras ideas sobre la mesa.
El edificio del parlamento neoyorquino en Albany, la capital del Estado.

Irónicamente, los senadores republicanos arguyen que la propuesta es antidemocrática. Su argumento sería algo como lo siguiente: "Vivimos en Estados Unidos, donde todos tienen derecho a hacer los que quieran. Si alguien desea gastar su dinero en sus campañas u obtener millones en donaciones, entonces permitámoslo, porque eso es Estados Unidos". Sin embargo, hay algo intrísecamente errado en esta idea: mientras se permite a los ricos y bien ubicados gastar sus millones, el restante 98% de la población es dejado de lado de lo que debiera ser, al menos, una posibilidad para todos los ciudadanos: los cargos públicos.
En su defensa, Spitzer dijo en el New York Times el 24 de abril que "los senadores estaduales republicanos no estaban dispuestos a romper su adicción al libre flujo de dinero", lo que tiene un peso enorme y mucho de verdad. La reforma al financiamiento electoral debiera dsminuir los montos por gastar, pero el dinero es poder y, entonces, menos dinero, igual, menos poder. El calculo es sencillo.
Es inocente pensar que sólo los republicanos se sienten atacados con la propuesta. También los mismos demócratas se benefician con el flujo sinfín de dinero que permite el libre financiamiento de campañas. Sin embargo, mientras los demócratas se abren al debate, Spitzer sobrepasa hasta al más justo de los políticos demócratas al hacer de éste una de sus principales prioridades. De este modo, él releva los principios de democracia y equidad, lo que no le queda muy bien a un político recién electo en Estados Unidos.
Otro asunto en el que Spitzer ha tomado una posición estricta, es en el derecho de la mujer para hacerese un aborto tardío si su salud está en riesgo. Su proyecto de ley, pondría al día la ley neoyorquina (que ha sido mantenida por la desición de la Corte Suprema Federal de la semana pasada) que no incluye el derecho de la mujer a hacerse un aborto en un estado avanzado de su embarazo para proteger su salud.
La desición de la Corte, que se aplica en todo el país, enfureció a los grupos pro-opción y al Colegio de Ginecólogos y Obstetras de Estados Unidos porque la ley actual señala que sólo se puede realizar un aborto tardío si la vida de la mujer corre peligro, pero no si su salud está en riesgo. Estas agrupaciones tienen buenas razones para estar molestos: este asunto concierne sólo la opción personal, cuidadosamente guíada por consejo médico; no le corresponde a un ente externo la determinación de si la salud de una mujer debe ser puesta a esperar en la fila.
Grupos pro-opción protestando en Washington DC.

Es destacable que Spitzer quiera deshacerse del estigma asociado a este controvertido debate -especialmente en lo que concierne al aborto tardío- modificando la ley estadual para eliminar el aborto de los estatutos criminales. El hecho de que la ley trate el aborto como un acto criminal similar al homicidio, es amenazante. El aborto es un derecho de la mujer: es su cuerpo y su opción.
Spitzer se da cuenta de este derecho básico, así como muchos estadounidenses, y su proyecto busca proteger a la mujer cuya salud está en riesgo debido a su embarazo. Éste también es un derecho básico. Entendido desde el derecho a la defensa personal, éste es el derecho de cada ciudadano de protegerse. La salud de una mujer es un bien precioso que no puede ser negado sobre la base de un niño que no ha nacido. Spitzer busca sólo devolver algo de poder a los ciudadanos.
En cuanto al matrimonio homosexual, Spitzer una vez más es firme en su rol de demócrata democrático con su proposición de legalizar el matrimonio de personas del mismo sexo en Nueva York. Esta acción haría del Estado, el segundo en tener matrimonio homosexual legal en el país. Mientras varios otros permiten alguna forma de unión civil -y muchos creen que estas uniones son tan buenas como el matrominio- a los homosexuales se les está negando, de hecho, más de 1.100 derechos que un hombre y una mujer casados legalmente tienen. Éste es un ejemplo claro de prácticas discriminatorias, una violación a la constitución norteamericana. Aunque una unión civil sea mejor que nada, sigue estando por debajo de la línea de equidad que debiera ser inalienable para todos los ciudadanos.
Mientras el rechazo de la Iglesia Católica al matromonio gay es un asunto privado, dado dicho carácter a la Iglesia, el rol del Gobierno es muy diferente. No sólo el Gobierno es el paradigma de lo público, además, su carácter como entidad democrática es proveer de iguales derechos a sus ciudadanos. Hubo un tiempo donde las mujeres y los negros eran discriminados en la ley, los gays y las lesbianas son las víctimas de esta injusticia ahora. ¿Cuánto tiempo nos tomará darnos cuenta de que estamos equivocados esta vez?
Spitzer está a la vanguardia en estos asuntos. Aunque haya prisa, alboroto y conflictos internos en la política, da seguridad el que haya un hombre a cargo que va hacia dónde otros no se han atrevido. A su manera, él es una inspiración y nos recuerda que un político puede ser ambos: un Demócrata demócrata.
Léalo en inglés.

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