Todos los días de la semana se toman el centro de Curicó, Talca y Linares, además de los fines de semana en otras comunas, decenas de brigadistas, la mayoría universitarios, se han sumado a la campaña de Alfredo Sfeir, imponiendo un estilo diferente de cómo hacer campaña, que se suma al impacto positivo que ha generado el economista medioambiental con la decisión de no usar "palomas" en las calles. 

Además, tras la jornada de propaganda, algunos recorren los puntos de "volanteo" para recoger eventuales papeles que hayan sido botados en las calles, todo con el propósito de resguardar una coherencia fiel con las propuestas de campaña. 

Si bien la reacción de la gente ha sido muy positiva, para Luis Herrera, coordinador de territorio, los brigadistas han tenido que lidiar, también, con el rechazo generalizado que provoca la política en la ciudadanía.

"Se ha llegado a un punto extremo donde las personas no quieren saber nada de política y menos de los políticos. Lo interesante de esto, es constatar que este fenómeno provocado por la corrupción y el desinterés de algunas autoridades sólo los beneficia a ellos mismos; es decir, mientras menos gente entienda lo que significa el bien público o mientras más gente se desinterese por comprender que hasta la configuración de las plazas en los barrios tiene que ver con decisiones políticas, en mayor medida la "politiquería" (no la buena política) seguirá ostentando el poder, porque la votación que reciben no está siendo informada, sino, sobre todo, clientelar", detalla.

En ese sentido, Herrera señala que la tarea de los brigadistas de Sfeir ha adquirido un rol educador: "lograr que las personas tomen consciencia que no pueden soltar el mango del poder, que los políticos deben ser mandatados, que se puede generar un cambio importante desde las propuestas y las acciones y que el lodo que ha ensuciado la política no puede extenderse, necesariamente, a los nuevos candidatos".