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Rangers en crisis: ¿Y ahora qué harán con Arán?

29 Abril 2019

La nueva derrota como local del elenco piducano dejó sin crédito de la hinchada al técnico de los Rojinegros, su papel de protagonista no aguanta otra temporada.

Juan José Alfaro >
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Al parecer dentro de la dirigencia piducana no hay conciencia del divorcio del hincha con la presente campaña del equipo, los forofos emigran de las gradas del Fiscal con justificación, el espectáculo por el que se paga es pobrísimo, casi rozando el masoquismo, del coloso de la alameda inexpugnable que se anunció como slogan al arribo de la actual administración no hay nada, ni cenizas de un pasado auspicioso, hoy Rangers con la segunda planilla más cara del torneo, está más cerca del descenso que del pretendido retorno a la serie de honor, y uno de los grandes responsables es su adiestrador, que ha sido incapaz de darle una identidad de juego, un conjunto que carece de las herramientas para sobreponerse a las dificultades, impreciso, abúlico en la fase ofensiva y con un conformismo dirigencial que exaspera.

Barnechea en base a entrega y disciplina desnudó nuevamente a los dirigidos de Arán, que no han podido representar de manera digna la camiseta rojinegra, mancillada ya por cinco años en la división de plata, la condena más extensa en la historia del club.

No existen evidencias ni estadísticas ni empíricas que sostengan el trabajo del adiestrador piducano, muy por el contrario, le abren de par en par las puertas de salida de la tienda talquina, pues ni siquiera la promoción de nuevos valores de nuestras divisiones menores, asoman como un antecedente que avizore un faena a largo plazo.

Rangers no puede darse el lujo de prescindir de sus hinchas, pues son ellos la razón de existir del club, y más allá de obtener un descuento en el comercio, lo que buscan son éxitos deportivos, la cancha es lo más importante y es en lo que menos rédito han obtenido desde aquel amargo 2014.

La cuerda floja por la que camina Cristián Arán no solo demanda un equilibrio del que carece el detentador del banco rojinegro, sino que además cada una de sus decisiones se convierten el cuchillo que lo hará caer al precipicio, y tras de él a Rangers, sino se toman las medidas que saquen al club del actual estado de inacción.

Hay un cansancio que peligrosamente  puede mutar en apatía, las gradas vacías son una protesta a una campaña decepcionante, a una administración que sintoniza una frecuencia radial distinta a la de sus hinchas, promesas incumplidas en un discurso demasiado conformista, que no tiene épica, que no evoca nada, ni convoca voluntades. Para llegar a la cima primero hay que creerlo y Rangers hasta ahora no cree en sí mismo, buscando burdas identidades que en nada lo representan y de paso solidificando el muro divisorio con los que visten su camiseta desde que tienen memoria.

El planeta Rojinegro está triste, las calles de Talca ya no sonríen, viven en la decepción, en la angustia de no encontrar respuestas, a los sombríos días que se viven en el querido Fiscal.

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