La verdadera amenaza: Semillas en resistencia

La verdadera amenaza: Semillas en resistencia

07 Julio 2020

En plena crisis nos hemos dado cuenta del enorme y suficiente daño que le hemos causado al planeta, por eso la importancia de generar acciones, que promuevan el cambio necesario para no ser dependientes y cómplices de esta cadena de sobrexplotación.

Margarita Arriagada >
authenticated user Corresponsal Corresponsal Invitado

La verdadera amenaza, somos nosotros mismos: nuestra comodidad, el encontrar todo en el supermercado, dejar luces encendidas, el agua corriendo, un televisor “acompañándonos” sólo porque nos acostumbramos a que el ruido reemplazara a las personas, y no nos demanda que guardemos atención ante el tesoro preciado de una buena conversación. Una sociedad que no se reclama a sí misma, pero si a los demás, porque todos nos volvimos ultracrepidianos acostumbrados a opinar de todo, leyendo sólo titulares pero dando cátedras del contenido. Siempre jueces pero nunca sentados al banquillo, porque para eso dictamos duras sentencias desde un perfil que refleja sólo lo bonito, lo mostrable. Todo este ruido que se extingue en las calles pero sigue fluyendo en un mundo artificial, no puede silenciar lo esencial: hay algo más rondándonos, la propia naturaleza.

Y entonces nos cuestionamos, y empezamos a buscar fórmulas que respondan a las reales necesidades que vemos desnudadas en medio de una crisis de salud mundial.

El poeta lárico Jorge Teillier, nacido en Lautaro y cuyo natalicio se cumplió el pasado 24 de junio, escribió: “Sabemos que nunca estaremos solos mientras haya un puñado de tierra fresca”. Teillier, tenía muy clara la belleza e importancia de la vida en su más mínima expresión, un puñado de tierra fresca contiene más vida en sus microrganismos que todo nuestro planeta. Claro, un puñado de tierra sana, de bosque nativo y fértil. Ese suelo sano puede alimentarnos y entregarnos al mismo tiempo esa salud, a través de la siembra. Y es así como las personas comenzaron de nuevo a buscar semillas y levantar huertos en casa.

Mucho se ha planteado en este tiempo si la verdadera causa de esta pandemia está relacionada con la pérdida de la biodiversidad y del mucho daño que hemos causado con nuestro paso apresurado y devastador. Es cierto que hay grandes responsables, mayores que el habitante común en todo esto, pero pequeñas acciones generan grandes cambios. Hay técnicas y métodos muy sencillos, partiendo por la gestión casera de residuos, la separación de los desechos orgánicos de la cocina para transformar en compost. Todos esos nutrientes que tan generosamente se han vuelto alimento, podemos devolverlos a la tierra a esos miles de microrganismos que están invisiblemente “haciendo la pega” de darle vida al suelo para reparar lo que hemos dañado.

Cada vez que sembramos, no sólo estamos generando autonomía y soberanía alimentaria, no sólo estamos proporcionando alimentos a nuestro hogar, sino que estamos siendo parte de un proceso infinito de mantener viva la vida. Las semillas, nos enseñan con su increíble resiliencia la capacidad de adaptación a los cambios climáticos, a ser viables hasta en las más precarias condiciones: transportadas por nuestros antepasados o dispersadas en el vuelo de los pájaros, han sobrevivido hasta el día de hoy y con ellas todo un entramado espiritual, político y sociocultural.

Cada día la presencia de nuevos tratados y leyes que presionan para patentarlo todo y con ello repartir otra vez la torta de los recursos naturales entre un par de invitados sin conciencia, nos muestra la importancia de generar acciones, que promuevan el cambio necesario para no ser dependientes y cómplices de esta cadena de sobrexplotación. Y por eso, reitero que la gran amenaza somos nosotros, la gran amenaza a este sistema de consumo, como un juego gramatical en el que podemos transformar las oraciones dependiendo de dónde ubicamos al sujeto porque si sembramos y mantenemos viva la semilla tradicional, recuperamos nuestros espacios de alimentación familiar de manera saludable, y por fin, apagamos la tele, nos alejamos del ruido y oímos el mensaje de la vida.