¿Qué fin del mundo nos imaginamos hoy?

¿Qué fin del mundo nos imaginamos hoy?

10 Julio 2020

Entre series y películas que hablan de lo desconocido reflexiono: ¿qué fin del mundo nos imaginamos hoy? ¿uno al estilo de la serie Dark? ¿un mega desastre nuclear o un meteorito? O ¿uno lento como el calentamiento global, más virus, guerras o agotamiento de los "recursos" naturales? 

Carla Novak >
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1999 y yo estaba en 5to básico. Teníamos que disertar sobre lo que queríamos ser cuando grandes y yo hablé sobre la ufología. Quería ser ufóloga, experta en ovnis. Supongo que mi interés en los extraterrestres era síntoma de una época. Ese mismo año transmitían el programa OVNI con Patricio Bañados en TVN y se estrenaba La Amenaza Fantasma, sumado a esos programas de tv gringos tipo Misterios sin Resolver que acompañaron mi imaginación infantil noventera, y a una madre fan de Star Trek (y también, junto con mi padre, de Los Archivos Secretos X) que nos contaba historias a mi hermano y a mí sobre sus avistamientos y teorías de ovnis motivándonos a estar siempre pendientes del cielo. 

Y en esa época llegué a tener mis propios avistamientos, en la escuela, jugando con amigxs, en paseos familiares. La mayor parte de las veces no llegábamos a corroborar si efectivamente eran ovnis o no, no existían medios tan accesibles y rápidos como ahora para corroborar información. Entonces eran ovnis, no cabía duda en mi impresionable cabeza. Tengo la sensación de que por esos años era bastante común ver ovnis, en la tele hablaban un montón de eso. Ahora ya casi no se ven, quizá porque el tema ya no es tan candente.

1999 y vivíamos el cambio de milenio. Estábamos a la expectativa de que algo pasara. El fin del mundo, un mesías, invasión alienígena, catástrofes naturales inimaginables o una gran falla informática mundial (se decía que los computadores no iban a reconocer el número 2000 y el sistema iba a colapsar). Esperábamos que algo pasara, como en Contact (1997), Impacto profundo (1998) o Armagedón (1998). No es extraño pensar que era un momento propicio para que el tema extraterrestre se instalara, se nos abría la posibilidad para que algo radicalmente distinto ocurriese. 

Como no pasó nada, al menos no algo inmensamente catastrófico al estilo de las películas, esa espera quedó en una especie de suspenso, y aunque renovó fuerzas en el 2012 o con esta pandemia, es más un chiste o una posibilidad muy lejana. ¿Qué fin del mundo nos imaginamos hoy? ¿Uno al estilo de la serie Dark? ¿Un mega desastre nuclear o un meteorito? O ¿uno lento como el calentamiento global, más virus, guerras o agotamiento de los "recursos" naturales? 

En fin, volviendo al tema ovni, la pregunta por la existencia de otros seres vivientes fuera de la Tierra mantiene su vigencia. Ya sea para lxs ufólogxs, o lxs que siguen esperando ser abducidxs, o lxs fanáticos de las conspiraciones que dicen que ya hemos sido visitadxs por extraterrestres (me incluyo en este último grupo), más allá de la moda alienígena noventera. O ya sea para lxs científicxs de las disciplinas astronómicas que se dedican a buscar vida (como la conocemos o no) en cuerpos celestes "cercanos" a la Tierra o buscar al menos las condiciones para que se dé la vida, principalmente agua. Estas investigaciones no tienen mucho que ver con la pretención de encontrar alguna civilización en otros planetas. Pero sí pretenden corroborar que lxs terrícolas no somos lxs únicxs seres vivientes en el universo. Esto no quiere decir que la ciencia se niegue a la posibilidad de que en algún lugar del cosmos existan otras formas de vida inteligente, solo que este tipo de exploraciones no son accesibles para lxs humanxs. Ya sea porque el conocimiento que tenemos sobre el universo y cómo funciona es poco aún, o por la falta de tecnología, o por la imposibilidad física que nos significa viajar distancias inconmensurables.

Desde la Tierra tenemos un acceso bastante limitado para conocer el espacio, aunque lo que han podido ver lxs científicxs hasta ahora es un montón para procesar y suficiente para hacernos una idea de lo complejo que es el universo. Este conocimiento ha influenciado a las películas sobre el espacio de la última década: las condiciones hostiles de éste para lxs terrícolas en Gravity (2013), la problemática de la exploración de Marte en The Martian (2015), o agujeros negros y relatividad del tiempo en Interstellar (2014). Son algunos ejemplos que van actualizando nuestro imaginario sobre el espacio y nuestra relación con el resto del cosmos.

Por ahora, la única forma en que pudiésemos saber si existe vida inteligente allá afuera, es que lxs extraterrestres tuviesen la tecnología y el conocimiento que no poseemos y hagan contacto con nosotrxs: un mensaje, una visita. Y películas sobre visitaciones alienígenas hay para todos los gustos. Disparatadas como Mars Attacks! (1996), emotivas como E.T. (1982), terroríficas como Alien (1979) o The Thing (1982), misteriosas como Señales (2002), catastróficas como La Guerra de los Mundos (1953/2005), filosóficas como Hombre mirando al sudeste (1986) o Annihilation (2018), muy gringas como El día de la independencia (1996), y un largo etcétera. Pero en la que me quiero detener es en Arrival (2016) porque plantea un tema muy interesante: la comunicación.

Puede que existan seres inteligentes en otros planetas pero nada asegura que nos podamos comunicar. Pudiese ser que una diferencia considerable de tamaño o de forma no nos permitar entablar ningún tipo de relación, o que nuestros lenguajes sean intraducibles por provenir de experiencias radicalmente distintas. En la película vemos seres extraños, no antropomórficos, con los que en un principio pareciera imposible lograr algún tipo de entendimiento. Pero algo radicalmente importante sucede allí, un gesto. El gesto de querer comunicarse, de querer que exista un entendimiento mutuo. Algo que muchas veces ni siquiera se da entre humanxs.

Lo cual me lleva a preguntarme, en el escenario hipotético de que seamos visitadxs por extraterrestres (que vengan en son de paz), ¿cómo los recibiríamos?, ¿seríamos hospitalarixs? Tendría cada unx de nosotrxs que preguntarse cómo actuamos frente al que es diferente a mí, a alguien de otro país, de una distinta orientación sexual, de distinto género, de otro color de piel, de otra clase social, de distinta especie, para hacernos una idea de cómo trataríamos a un extraterrestre. Pensando en el odio a las diferencias y a las minorías que existe en el mundo, no tengo mucha esperanza de que seamos muy hospitalarixs.

Pero todo esto queda en el terreno de la especulación, como siempre ha sido con el tema ovni. Lo que imaginemos sobre nuestro "lugar" en el cosmos constituirá aquellos relatos que nos fascinen o aterroricen. Las ficciones que construimos sobre el espacio sirven precisamente para posicionarnos en situaciones que cuestionan nuestra humanidad y nuestros valores. Así como en Solaris (1972), 2001: Odisea del espacio (1968) o High Life (2018), ponernos en situaciones imaginarias fuera de nuestro hábitat, nos lleva inevitablemente a las preguntas por lo humano y lo no-humano, por el sentido y por nuestras práxis.

1999 y ya han pasado casi 21 años, no hubo una invasión alienígena y el mundo insiste en seguir funcionando entre medio de las voces que anuncian el apocalipsis y las voces que piden cambios urgentes. Y ahí vamos, esperando que termine esta pandemia para retomar nuestras actividades. Existan o no los extraterrestres, seguiremos imaginando seres extraños, que nos sirven como espejo de lo humano o para visualizar otros mundos posibles.