Chifi Rojas camina en la cuerda floja

13 Agosto 2015

Una inexplicable eliminación de Copa Chile marca el derrotero de un técnico, que resta apoyo popular en cantidades excesivas.

Juan José Alfaro >
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Solo había que sumar un punto para avanzar a la siguiente fase, a cambio de ese punto Rojas se anotó en la historia como el técnico responsable de la primera derrota oficial en Talca ante Curicó, un triste record que solo viene a corroborar la falta de sintonía entre el discurso del estratega y su consecución en cancha.

Lo de ayer en el Fiscal fue un fracaso del porte del mismo estadio, no hay explicación válida para justificar una derrota que mancilla la historia de nuestro club, un técnico de Rangers no puede apostar a la improvisación el futuro del mismo, ni escudarse en los rivales como el obstáculo insalvable, aquí Rangers perdió ante un par que jugaba por nada.

El edificio del fútbol se construye de detalles, y es en estos últimos donde el éxito toma rango de protagonista, lo preocupante de la era Rojas es que los detalles toman más tiempo del necesario en aparecer y por ahora solo nos quedamos con la obra gruesa de un proyecto apasionante en el diseño, pero sin alma en la calle.

El hincha piducano no se conforma con sumar puntos y disgustos a la vez, el triunfo a precio de costo no es del paladar del hincha talquino, mucho menos lo es una derrota donde el amor propio juega en el elenco rival. La camiseta rojinegra la tenemos tatuada desde que nacemos, por ello no esperamos menos que todo, a quienes hoy la defienden en el fútbol profesional, técnico incluido.

La asamblea constituyente de Rojas se transformó en una constitución que mostró sus primeros conflictos de derechos, por un lado está el técnico que nos dice que el futuro del “país” llamado Rangers está asegurado y por otro lado están los hinchas que ven conculcado su derecho a la esperanza, a creer que el fútbol actual de Rangers los devuelva al sitial de honor.

Es de esperar que este paso en falso no terminé con un Rangers cayendo al precipicio de su propia miopía, y muy por el contrario, transforme la ignominia en el impulso que nos lleve a ser los mejores.