La "asamblea constituyente" de Chifi Rojas

La "asamblea constituyente" de Chifi Rojas

22 Mayo 2015

Resistido por gran parte de la hinchada, el técnico piducano sigue adelante con su reforma, una que busca situar a Rangers en la división de honor.

Juan José Alfaro >
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Consumada una desastrosa campaña, no queda más alternativa que una cirugía mayor, la pérdida de confianza de la ciudadanía rojinegra exige cambios sustantivos en el andamiaje piducano, cambios que no toleran un mero maquillaje, sino que una cirugía radical, con técnico incluido, sin embargo la dirigencia piducana a contrario del deseo mayoritario, ha optado por la vía institucional, la de reformar el equipo 2015 desde dentro, y con el mismo protagonista constituyendo su propio decálogo.

Carlos Rojas asumió la dirección técnica de Rangers con una única misión, levantar el rendimiento de un equipo que no jugaba a nada, meses después el equipo siguió jugando a nada, con la fortuna de que sumó los puntos necesarios para zafar de un descenso que lo amenaza fecha a fecha. Rojas fue incapaz de incorporarle un sello distintivo a sus dirigidos, sintonizando más con el desacierto, que con una arquitectura táctica que motivara a los que domingo a domingo concurrían al Fiscal a sufrir un poco menos, pero no lo lograban.

Rojas asume esta nueva etapa con la misión de sentar las bases de una carta magna redactada a su imagen y semejanza, síntoma inequívoco de que las decisiones allí representadas serán de su única y exclusiva responsabilidad, como lo fueron los tres refuerzos que escogió para el campeonato pasado y que hoy son desechados porque no cumplieron las expectativas futbolísticas cifradas por el director técnico.

Rangers necesita borrar de cuajo la desesperanza que se instala en la antesala de un nuevo torneo, Rojas de forma tácita acepta que muchos de sus principios futbolísticos  no gozan de popularidad dentro de la hinchada, es por ello que se hace imperativo contar con la suficiente capacidad de persuasión, que haga posible traducir en un nuevo comienzo la relación entre el constituyente y los receptores de sus decisiones.

El choque de posiciones es el residuo propio de un debate que atraviesa la vereda de manera dispar, por un lado está quien decide lo mejor para Rangers y por otro lado, quienes aman a Rangers por sobre cualquier nombre propio. El margen  de error se puede reducir en la medida que Rojas sea capaz de interpretar un discurso que incorpore ese modo de vida que tiene más de 112 años; no es posible legislar de espalda al sentido común, un Rangers inmiscuido en las patrañas de una campaña nimia no es tolerable nuevamente, y daría razón a quienes pensamos que una constituyente aspiracional, pero mal redactada, no será más que letra muerta, si los derechos y deberes cohabitan en el sótano de un ideario y no en la seguridad de la construcción de un consenso que se haga representativo de la comunidad talquina.

Lo único que esperamos los ranguerinos es que en esta “nueva constitución” de plantel exista un articulado que haga exigible como derecho fundamental de la campaña, el retorno a la división de honor, otro fracaso daría pábulo al populismo y para experimentos Rangers no está ni estará preparado.

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