Opinión: Inclusión Social de los Jóvenes, ni tan cerca ni tan lejos

Opinión: Inclusión Social de los Jóvenes, ni tan cerca ni tan lejos

26 Noviembre 2014

El ciberbullying, el pishing, sexting -al que se exponen en las redes sociales- son riesgos cotidianos en el mundo de los jóvenes, ya sea por medio de una fotografía subida a Facebook en carretes, o en un video de una situación de acoso en el colegio o liceo.

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Por María Fernanda Villegas, Ministra de Desarrollo Social

En nuestro país casi 12 millones, es decir un 66% de chilenos, son usuarios de Internet de acuerdo a la última encuesta de acceso y uso de Internet en hogares chilenos, de la Subsecretaría de Telecomunicaciones.

Y si bien, efectivamente, en los últimos 10 años, estudios y encuestas nos muestran un mayor acceso de parte de los jóvenes en Chile en el uso de Internet en distintos dispositivos –esto no garantiza que se hayan cerrado las brechas digitales, ni que se estén potenciando todas las ventajas y oportunidades que implica el acceso a la conectividad digital en sus vidas cotidianas y en su empoderamiento social.

El estudio de “Privacidad y Seguridad en la era 2.0” del equipo de la Facultad de Comunicaciones de la PUC,  nos entrega antecedentes sobre un tema que ha estado escondido en ese proceso: la percepción sobre la importancia de la seguridad y mantención de la privacidad en este espacio de continua socialización y autoexhibición que implica la web 2.0.

El estudio tiene como muestra a jóvenes universitarios - lo que constituye una muestra privilegiada-  porque supone que son los que tienen acceso a información y recursos para potenciar el autocuidado y la responsabilidad en el qué se comparte y  en el cómo se comparte.

Estos jóvenes saben cómo cuidar la privacidad de sus perfiles en redes sociales, están atentos a las estafas por internet, aunque se mantienen otros comportamientos de riesgo como conversar o hacerse amigos de otros extraños y no borrar su historial de navegación.

No  darse cuenta de la falta de privacidad y no darse cuenta del alcance y consecuencias de sus publicaciones en la web, son dos aspectos sobre el que el mundo adulto debe estar atento para potenciar habilidades y recursos que les hagan tener un uso responsable y centrado en el autocuidado.

El estudio también devela los riesgos de que la conectividad digital y las redes sociales se transformen en dependencia  y sean “la forma de vivir”  de estos jóvenes, cuando estas deberían ser un aporte o complemento a la forma con que las personas jóvenes generan vínculos y relaciones sociales en otros espacios. Esto se relaciona con la capacidad de este grupo de estar en distintas actividades o realizando múltiples intereses.

El mayor cuidado es detenernos en el qué hacen los jóvenes al estar conectados: el sentido responsabilidad sobre lo que comparto, socializo, exhibo sobre el yo y sobre los y las otras. Es clave el fomento a los espacios de confidencialidad y el uso responsable.

El ciberbullying, el pishing, sexting  -al que se exponen en las redes sociales- son riesgos cotidianos en el mundo de los jóvenes,  ya sea por medio de una fotografía subida a Facebook en carretes, o en un video de una situación de acoso en el colegio o liceo. Todas situaciones que el mundo adulto: profesoras y profesores, madres y padres no siempre logran resolver adecuadamente. Es más, las acciones descritas ayudan a potenciar procesos de exclusión social y de marginación social de mujeres y hombres jóvenes, por distintas razones.

Sabemos muy poco de lo que pasa en jóvenes de sectores más vulnerables o incluso en situación de marginalidad y de calle en relación al impacto o sentido que tiene la conectividad digital: por ejemplo, hay una tesis de magister en comunicación de la Universidad Diego Portales que identificó cómo jóvenes que viven en caletas del Río Mapocho en Santiago son usuarias y usuarios de Facebook en cibercafés y que el principal sentido de uso es para crear redes sociales – capital social – que no tienen en su vida diaria.

Hay un espacio y un desafío por articular, entonces, desde los sectores públicos y la academia para desarrollar más estudios sobre inclusión social digital de jóvenes y niñas/os. Así podremos  potenciar y ayudar a formar y articular las habilidades y competencias digitales en estos nativos digitales en aspectos como: aprendizaje y conocimiento compartido y colaborativo, potenciar el “saber hacer” para generar espacios de aprendizaje activos y que permitan enriquecer la vida online y la vida  real de nuestros jóvenes.