Opinión: Regiones con matrices propias de desarrollo social y energético

13 Septiembre 2014

Si queremos progresar con un desarrollo sustentable y mejorar la calidad de vida de las comunidades urbanas y rurales, debemos crear valores agregados en lo que producimos, produciendo con menos, reduciendo costos, minimizando el impacto en el medio ambiente

Andrés Gillmore >
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Para hacer frente a los grandes desafíos que tenemos en la actualidad como país emergente, debemos sin duda alguna, tener la capacidad de lograr una regionalización efectiva y que las eternas promesas finalmente se cumplan, entregándoles a los territorios la independencia necesaria para tomar sus propias decisiones. Con regiones autónomas, entendiéndose que si no cambiamos la forma en como nos relacionamos con el medio ambiente en regiones, como producimos, consumimos y prestamos servicios, invariablemente estaremos destruyendo el poco y nada del futuro promisor que aun tenemos.

Si queremos progresar con un desarrollo sustentable y mejorar la calidad de vida de las comunidades urbanas y rurales, debemos crear valores agregados en lo que producimos, produciendo con menos, reduciendo costos, minimizando el impacto en el medio ambiente, administrando los recursos naturales más eficientemente. Sin estas premisas es difícil que logremos un desarrollo sustentable y tengamos regiones con una verdadera proyección de futuro.

En forma práctica y a pesar de todos los inconvenientes por los intereses creados a todo nivel, que con el tiempo se han transformado en grandes obstáculos para el desarrollo sustentable del país, tenemos que enfrentar el desafío de hacer más con menos, con procesos eficientes, mejorando la gestión ambiental, social, cultural y sobre todo perfeccionar la proyección de la matriz energética de las regiones, piedra angular de todo proceso de desarrollo que pretenda ser sustentable; es el gran déficit que tenemos en la actualidad en casi todas las regiones. Debemos reducir los gastos de operación incluidos los del mismo Estado Central, de los gobiernos regionales, por los impactos negativos que han traído, al no contar con procesos eficientes a la hora de evaluar y proyectar las estrategias de desarrollo de las regiones, haciéndose imperativo optimizar el flujo de bienes, forma y servicios, obteniendo lo mejor de las materias primas para el desarrollo regional.

El concepto de lograr una economía sustentable en el más amplio sentido de la palabra, no es tan sencillo dada la situación actual, de gran vulnerabilidad ante la crisis actual en todo sentido, en un periodo que además es de grandes cambios en la economía global; pero a pesar de todo debemos entender su urgencia ente la realidad de las regiones y la gran necesidad de mejorar los procesos y  darle a las regiones una mayor y mejor estabilidad social. La regionalización se ha transformado en una necesidad de sobrevivencia; hace mucho dejo de ser un simple discurso de campaña para llegar a la Moneda.

Países desarrollados como Alemania, Japón, Inglaterra, Italia y la mayoría de los países escandinavos, han entendido que la sustentabilidad se logra solo a través de procesos que permitan la autonomía de las regiones, regidos desde lo micro a lo macro, que cuenten con una mejor proyección social, permitiendo la eficiencia energética y sobre todo bajando las emisiones de carbono a lo mínimo posible, con inclusión social de los propios habitantes en los diferentes procesos de desarrollo, con más armonía y solidaridad, mejorando la calidad y la oferta del empleo, permitiendo que cada región tenga la potestad de producir su propia matriz de desarrollo económico, social y energético, desarrollando regiones sostenibles en el tiempo.

En Chile debemos enfrentar el desafío de bajar las emisiones de CO2, no existiendo otro camino que cambiar el modelo de desarrollo, sustentado en el EXTRACTIVISMO, modelo colonialista que se desarrolla a través del uso indiscriminado de los recursos naturales, sin entregarle ningún valor agregado a lo extraído, para la venta en bruto al exterior. Realidad que resulta inexplicable ante una administración política, que no ha tenido la capacidad de ver más allá, que dejarle la administración a las transnacionales extranjeras de la riqueza del país. Además debemos reducir considerablemente la alta utilización de combustibles fósiles en el transporte público urbano-rural  y la electricidad para uso público y domiciliario.

Lo que define una economía regional sustentable de una no sustentable, es que las sustentables toman decisiones autónomas, con la participación de las propias comunidades, que deciden de verdad y de acuerdo a su propia realidad, sustentando sus matrices de desarrollo, usando sus verdaderas ventajas comparativas, sin la típica manipulación de los gobiernos de turno. Es la única manera de reducir las emisiones de carbono, conseguir efectividad y producir productos y servicios limpios, que mejoren la calidad de vida de las comunidades y la competitividad de los productos ante el mercado interno y global; asegurando el suministro energético, la estabilidad de los precios (tema fundamental en regiones), con procesos de generación con una mayor aceptabilidad social, que hoy en día es un tema de importancia vital para tener paz social y un desarrollo armónico, balanceado y consecuente en las regiones.

En los últimos años hemos aumentado considerablemente la emisión de CO2, ocupamos en la actualidad el puesto 35 a nivel mundial en el ranking de los países más sucios del planeta, según el informe de la Administración de Información de Energía. Realidad que nos hace extremadamente vulnerables y poco competitivos ante los mercados mundiales con nuestros productos como lo son, vino, madera, salmones, turismo, incluso el mismo Cobre, que en un futuro no tan lejano como se podría pensar, recibiremos el castigo de los mercados desarrollados al producir con altas emisiones de CO2.

Chile es uno de los países con mayor potencialidad en ERNC del planeta, por su realidad geográfica y territorial tan diversa de norte a sur. Bajo este supuesto que no es imaginario u ideológico, obliga que de acuerdo a esas ventajas comparativas propias, a insertarlo si o si en nuestro formato de desarrollo y de producción, aumentando nuestra competitividad.

Sin embargo a pesar de todo lo expresado en los párrafos anteriores, del gran potencial con que contamos en forma natural para generar ERNC en regiones, siguen existiendo obstáculos que dificultan el proceso de regionalización, porque no contamos con información real de los verdaderos costos-beneficios que representan las ERNC como capital de riesgo para el desarrollo de las regiones. Desinformación que bajo mi punto de vista, es sustentado estratégicamente por las grandes transnacionales y el gran lobby empresarial y político que han desplegado para mantenerse, que cuentan al día de hoy con el control total del mercado energético de generación y transporte, que ven en este tipo de tecnología coartada su proyección, por representar estas transnacionales el pasado en el mundo del futuro, con represas con muros de contención y embalses, centrales a carbón y diésel, omitiendo para conservar sus lideranzas las terribles externalidades negativas que producen y los altos precios finales a público, al tener amarrado el mercado interno, sin externalizar las emisiones de CO2 y la proyección negativa que significa sustentar la producción con ese formato ante el mercado mundial.

Esta situación ha generado una gran vulnerabilidad al suministro domiciliario, maximizado por los cambios climáticos que vivimos en el planeta (sequías), produciendo un encarecimiento sostenido de la generación, sobre todo si consideramos que la gran minería del Cobre, son totalmente dependientes de la matriz energética nacional y su interconectado central, sin tener obligación alguna de producir sus propias fuentes de energía, situación que hoy es inviable y imposible de seguir solventando.

Las ERNC no pueden verse como un recurso marginal para sustentar el modelo convencional en época de crisis.  Debe considerarse como un suministro vital para la matriz, con un uso eficiente de la energía, no simplemente como una estrategia de ahorro en los períodos de escasez. Las ERNC son un recurso energético sustentable de gran valía, que se fundamenta a partir de la racionalización de la demanda, con una gestión inteligente y eficiente del uso de la energía, en los diferentes procesos productivos, aportando mucho dinamismo y una diversificación tal, que mejoran sustancialmente la oferta, reducen la vulnerabilidad, entregándonos eficiencia y un desarrollo sustentable en las regiones.