La desigualdad en el eje del funcionamiento nacional

31 Diciembre 2013

Estructuralidad de las diferencias sociales plantean los expertos, quienes analizan un escenario futuro en un país que ve cómo se aumentan los números que separan las reales posibilidades de cada uno de sus habitantes.

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Se inicia un nuevo año, un 2014 marcado por el cambio de administración en el gobierno y diferentes propuestas y promesas que se hicieron tratando de responder a las demandas levantadas por la ciudadanía.

Las cifras macroeconómicas también han sido parte importante del debate, donde diversos especialistas han advertido y reaccionado ante un escenario que se prevé menos auspicioso que los ciclos pasados en el ámbito de las grandes cifras país.

La conversación que se da en torno a estas modificaciones muchas veces deja oculta las consecuencias que se producen. La desigualdad social aparece una y otra vez como el fantasma que cobra fuerza y gana espacio, en un país que no logra reducirla.

Acceso a la salud, sistema de pensiones, educación, salarios y acceso al trabajo son solo algunos de los casos con los que se ejemplifica el problema que hace aparecer a Chile como una de las naciones más desiguales en el mundo.
Gonzalo Durán, economista de Fundación Sol, profundizó en la materia, señalando que una de las bases deficientes de la estructura es el modelo de trabajo que existe en el país.

“Sin duda que hay que revisar lo que pasa con el mundo del trabajo, ahí el tema salarial, el tema del valor del trabajo, tiene una conexión directa. Estamos hablando de que en Chile los salarios siguen siendo muy bajos, están estancados en cercano a los 250 mil pesos lo que el obispo Goic proponía en 2011 y ya estamos en 2013”, comentó.

“Evidentemente muchos casos reflejan la desigualdad”, aseguró el también economista Hernán Frigolett, para quien el ingreso per cápita es el dato decidor para determinar el futuro de un sujeto.

“El 80% gana menos de $550.000 mensuales, eso nos marca una pauta importante. Por otro lado, lo que esos tipos de ingreso nos permite acceder a servicios como educación, donde la calidad presenta una brecha que es cada vez más amplia”, señaló.

Los resultados de la PSU, recientemente conocidos, son otro de los indicadores usados por los profesionales para reflejar estos márgenes que invisiblemente dividen a las personas. La última medición de acceso universitario comprobó lo que todos saben: son los colegios privados de altos costes mensuales los que garantizan un acceso directo a la universidad, en contraposición con los que tienen escasos recursos.

Para el presidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Concepción, Javier Miranda, las medidas cortoplacistas en nada solucionan las demandas requeridas por ellos.

“El tema de la educación es estructural, la PSU refleja desigualdad, hay cifras y datos que son alarmantes. Es una consecuencia de un sistema completo y eso no se resuelve poniendo énfasis particulares, sino que modificando la forma de construir la educación que tenemos en el país”, explicó el dirigente.

“Hay que seguir con cuidado los pasos que se están planteando. Se ve la desigualdad y se plantea la reforma tributaria y la eliminación del complejo y sofisticado FUT, pero cuando uno ve la letra chica, pensando en por qué elemento se va a reemplazar, se da cuenta que la medida rascaría donde no pica, porque las empresas podrían seguir obteniendo altas utilidades y no pagando los impuestos que deben con este mecanismo a la depreciación instantánea que plantean desde el equipo de Bachelet. Si no cambia la filosofía que mueve al modelo, es difícil que lo que se plantea ataque la desigualdad de manera genuina”, puntualizó Durán.