Las ataduras de las tradiciones religiosas de nuestro tiempo

Las ataduras de las tradiciones religiosas de nuestro tiempo

09 Diciembre 2013
Juan Lama Ortega >
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Las ataduras de las tradiciones religiosas

Las tradiciones, que en tantas ocasiones es tan confusa como desconcertante, la han traído al mundo las Iglesias mismas. El paganismo tradicional de la Iglesia se convirtió con ello en tradición de los creyentes de Iglesia.  Dios nunca ha estado en los dogmas ni en los ritos. Dios jamás ha bendecido las armas. Dios nunca repartió indulgencias por los pecados. El jamás estuvo ni está en un confesionario. Dios nunca se ha dejado representar por un hombre, no importa cómo éste se haga llamar. El verdadero Dios es insobornable, El es absoluto. Pero Su ser es el amor, y el amor vive en cada hombre. En todas las formas de vida de los reinos de la naturaleza, en el átomo, en los más pequeños elementos del infinito está la ley omniregente del amor,Dios.                                                                                                                                       El no se aparta de Su Creación ni de Sus criaturas, tampoco del pecador más grande. El amor llama siempre a la puerta del corazón, y el amor perdura. Algún día el mayor de los pecadores da la vuelta y se dirige a Dios. Para ello no necesita al “Padre” santo papal. Dios, nuestro Padre eterno, el verdadero Eterno, es el Dios Padre-Madre, cuyo amor y fuerza vive en cada uno. Podemos estar seguros del verdadero Dios. El ama a todas las personas, a todos los seres, a cada forma de la Creación del infinito.

Una gran parte de los hombres, sobre todo las personas que tienen en alta estima las tradiciones y siguen siendo prisioneras del egoísmo, han olvidado cómo se piensa de forma clara y lógica. Se han convertido en imitadores que, como los lemingos, hacen sin pensar lo que otros les muestran y prescriben, que por su parte son también prisioneros de la irracional fiebre tradicional de los sentidos.

Si Moisés volviera hoy a traer a los hombres las Tablas de la Ley con los Diez Mandamientos, podría romperlas hoy como antaño pues desde los tiempos de Moisés apenas si han ganado en fuerza. Sólo que Moisés hoy no podría destruir al becerro de oro, como lo hizo en aquel tiempo en el desierto, pues entre tanto el becerro ha adquirido un valor de miles de millones, en comparación con los Diez Mandamientos de Dios.

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                                                                                                           Juan Lama Ortega