De todas las cosas que pueden identificar al Maule es el tren el que más cala en la gente. Un antiguo concepto de desarrollo en el siglo XIX era el tren, por eso el país invirtió en una serie de líneas  férreas intercomunales alternativas, a la línea principal, que unía sectores poco poblados o de difícil acceso, esas vías eran generalmente conocidas como Ramal.

Entre Talca y Constitución existe hasta hoy el último Ramal en servicio, que además fue declarado Monumento Histórico Nacional el año 2007 y es al que hace alusión el libro. El servicio actual es otorgado por la empresa Trenes Metropolitanos S.A. que ofrece un recorrido diario para los residentes de las localidades que bordean la línea férrea y un servicio turístico para aquellos ajenos a la zona.

Tras el terremoto del 2010 la línea y el propio buscarril sufrió bastantes estragos por lo que durante el presente año el Gobierno Regional junto con el Servicio Nacional de Turismo (Sernatur) y el Instituto del Patrimonio Turístico de la Universidad Central desarrollaron el Plan Maestro del Ramal que con el apoyo de Empresas de los Ferrocarriles del Estado (EFE) dispuso una inversión de más de 4 mil millones de pesos para  mejorar la vía, los vagones, estaciones  y el servicio en general en cuanto a los tiempos de traslado.

Pese a ello el Ramal sufre un detrimento en su historia  con el proyecto turístico que ofreció EFE en el norte del país, con un tren entre Arica y Poconchile, llevándose uno de los cuatros buscarril desde el Maule. Lo que llevo a diversas autoridades locales más la ONG de Desarrollo del Ramal Talca Constitución y la Asociación de Trabajadores Turísticos del Ramal a imponer un recurso de protección ante la Corte de Apelaciones de Talca para impedir dicho traslado, dictando una “orden de no innovar”, situación que fue acogida y que dejó paralizado al cuarto buscarril del Ramal en la ciudad de Santiago cuando ya marchaba en dirección a norte, situación que deberá resolverse entre la sociedad civil, la empresa y la comunidad que vive entorno al Ramal luego de la entrega de informe de ferrocarriles a la justicia.

¿Pero cómo sobrevive un Ramal?, a ciencia cierta no lo hace o lo intenta a duras penas, más bien se ha transformado en un servicio de utilidad pública y una anécdota para ciertos turistas aventureros. Pese a ello el Ramal tiene un trasfondo gigante respecto del Chile profundo, aquel alejado de las grandes ciudades y donde el día a día transcurre a otro ritmo, el Ramal tiene vida, historias, familias y un tremendo trasfondo social.

Es aquí donde “el que viene de afuera” quiere imponer las inversiones y propuestas de desarrollo para este tren y para la zona, a través de este incentivo en las diversas localidades con el concepto de desarrollo turístico. Es eso lo que se describe en el libro de Cynthia Rimsky editado el 2011 por el Fondo de Cultura Económica, que sobrevive junto al Ramal como un libro de consulta histórica, más que un libro de historias de viajes, en él se puede experimentar la realidad de otro Chile, al leerlo, quizá si se viene de afuera, se pueda entender un poco de que trata este “mito” de desarrollo y quizás, como lector,  se envalentone  y quiera conocer algunas de sus estaciones.

En este libro justamente “el que viene de afuera” viene a re-conocer la zona y una historia familiar sujeto a un proyecto para salvar el Ramal y en el que paso a paso, estación por estación avanza hacia una realidad paralela a la que puede vivir cualquier citadino acostumbrado a otro ritmo y a otra realidad.