La inseguridad y presión social son las principales causas de los jóvenes que se automedican pastillas para rendir más frente a su pareja, aunque no presenten enfermedades de impotencia sexual. ¿Qué motivos tienen para tomar esta decisión?
Titulo Exterior:
Viagra: Que gane el más potente
La inseguridad y presión social son las principales causas de los jóvenes que se automedican pastillas para rendir más frente a su pareja, aunque no presenten enfermedades de impotencia sexual. ¿Qué motivos tienen para tomar esta decisión?
Al mirar a Antonio (28 años) se intuyen varias cosas. Que es un hombre exitoso en el ámbito profesional, que no tiene problemas para conseguir mujeres, y seguramente tiene una vida sexual activa. Por eso sorprende la confesión que hace:
«tomo Viagra seguido para tener mejores relaciones».Si bien admite no tener problemas de disfunción eréctil, dice que usar el remedio lo hace sentir más seguro y poderoso al momento de tener sexo.
«Me siento muy potente, puedo más y quiero que se note», agrega enfático.A través de los testimonios de tres jóvenes se refleja la realidad que presentan los hombres de entre veinte y treinta años en Chile. Muchos de ellos se sienten presionados cada vez más por las mujeres para rendir al máximo sexualmente, y otros utilizan las pastillas por motivos muy diferentes.El tema de la sexualidad masculina dejó de ser tabú hace tiempo, y lo que está claro es que actualmente los hombres están sensibles a la satisfacción y felicidad de la pareja, con necesidad de complacer sexualmente a las mujeres y a sí mismos. Como Antonio agrega, «ser macho».
36 horas de amorActualmente, Antonio vive con su padre, que es divorciado, y gracias a él consigue las tabletas.
«Mi papá es doctor, pololea y le llegan muchas muestras médicas, me ha dado un par de pastillas a veces, pero el resto se las saco de a poco», confiesa.
Tras unos vasos de cerveza, relata historias de buenas experiencias usando Viagra, pero se detiene en una anécdota que le ocurrió el mes pasado. Cuenta que su padre le comentó que le había llegado una caja de «la pastilla del fin de semana».
Como no conocía la píldora, su padre le contó que se llamaba Cialis, y que su efecto duraba 36 horas.
«No lo pensé dos veces y decidí probarla», afirma sin pudor. Invitó a una amiga a su departamento en Reñaca por el fin de semana. Lo tenía todo planeado. Le sacó una pastilla a su papá y se fue a la playa.
Según cuenta, hizo comidas, vinos, y se dispuso a no salir del lugar durante los dos días. La pasó a buscar y paró en un servicentro en el camino, donde se tomó el Cialis. «Llegué a Viña y no daba más, miraba a esta mujer y no me podía contener», confiesa enfático Antonio.
Pero no todo fue perfecto.
«Como dice el dicho, para bailar tango se necesitan dos, y ella no estaba dispuesta pese a mis esfuerzos por convencerla. Me acosté solo y muy frustrado esa noche», recuerda entre risas.
Al día siguiente, el Cialis seguía haciendo efecto, pero nuevamente no tuvo respuesta de su compañera de viaje.
«Estaba desesperado, no podía controlarme, fue el peor fin de semana de mi vida, recién lo disfruté cuando los efectos de la pastilla desaparecieron», admite finalmente.
Ahora reconoce que sigue tomando Viagra porque, según explica, los tiempos son más controlables, y que por ningún motivo volverá a usar Cialis. «Prefiero algo que dure me-nos, terminas lo tuyo y te vas tranquilo a tu casa. Por suerte la famosa pastilla del fin de semana me salió gratis, y no tuve que pagar los siete mil pesos», afirma sin vergüenza.
Para todos los gustosLa realidad de Nicolás es distinta. Asumió su homosexualidad a los 25 años en un intercambio universitario en Madrid, donde conoció a Javier, quien actualmente es su pareja y tienen planes de casarse el próximo año en España.Nicolás sonríe mucho y mira a los ojos al hablar. Se nota que se siente cómodo con su estilo de vida, a pesar de reconocer que fue difícil aceptar que era gay, y después empezar una relación con un hombre.
«Al comienzo era raro besar a Javier, pero como yo era su tercera pareja me apoyó y me dio la confianza. Me costó dos meses adaptarme», manifiesta nervioso.
Lo complicado vino cuando empezaron a tener relaciones sexuales, ya que por los nervios, Nicolás no se desempeñaba muy bien.«Era una lata, si bien me excitaba, estaba tan nervioso que mi cuerpo no respondía, era frustrante, incluso él se molestaba un poco», agrega.
La solución la encontró en el velador de su padre. Un día, por casualidad, vio que tenía Levitra y guardó una pastilla en su bolsillo decidido a usarla esa noche. Una hora antes de juntarse con Javier, tomó la píldora.Nicolás relata que todo salió como lo había planeado, pasó una velada romántica con su pareja, funcionando todo perfectamente.
«Esa noche fue increíble. Llegué a su casa y de inmediato me di cuenta que la pastilla hacía efecto, mi cuerpo no sólo reaccionaba a los contactos, con la mirada ya entré en acción», comenta riéndose.
Si bien Nicolás es un hombre sano, que nunca tuvo problemas de impotencia sexual, los nervios afectaron los inicios de su relación, por lo que continuó usando Levitra durante un tiempo, sin que su pareja se diera cuenta.
Pero el secreto no estuvo oculto por mucho tiempo, porque un día presentó los efectos secundarios que trae el medicamento, que hicieron dudar a Javier. «Me puse rojo, como si estuviera avergonzado y veía puntitos azules. Con el susto le conté la verdad. Lo bueno es que no se enojó», concluye serio.
Ahora Nicolás tiene una vida sexual normal, ya no consume Viagra y está agradecido de la píldora, ya que le ayudó a sobrellevar los nervios del comienzo y a consolidar su relación.
Superando obstáculos Existen casos en que la mujer no se satisface sexualmente, ya sea porque su pareja sufre de eyaculación precoz o de impotencia. Esto las ha llevado a pedirles que usen medicamentos para mejorar su rendimiento. Pero ellos se rehúsan a aceptar que tienen un problema.Cecilia estudia Arquitectura, tiene 27 años y lleva tres pololeando con Daniel, de 22. Confiesa estar sumamente enamorada, a pesar de la diferencia de edad que, según afirma, no les ha impedido ser felices.
Al comienzo del pololeo todo era perfecto, salvo al momento de tener relaciones sexuales, ya que por la inexperiencia de Daniel éstas no eran muy extensas. «Era súper frustrante, quedaba insatisfecha y él lo notaba, lo que me hacía sentir mal», comenta.
Con el tiempo, luego de pensar cómo enfrentar el problema, Cecilia decidió hablar con su pareja, y le explicó lo descontenta que estaba, lo que molestó a Daniel y se pelearon por un tiempo.
Como relata Cecilia, pasaron una semana distanciados, hasta que en una revista ella leyó sobre el Viagra.
«Encontré la solución por casualidad, así que le propuse que fuera a un médico para que le recetara esa pastilla azul de la que muchos hablaban, y así ambos disfrutáramos del sexo», agrega Cecilia.
Al comienzo, Daniel fue reacio a la sugerencia, pero luego de analizar la situación se dio cuenta que tenía que hacer algo para complacerla, así que un día pidió hora al médico y consiguió la receta.
Fueron juntos a comprar el remedio, porque a él le daba vergüenza pedírselo al farmacéutico. Una vez conseguido el medicamento, decidieron probarlo de inmediato.
«Nos fuimos a mi departamento, él se tomó la pastilla y a la media hora empezó la acción», declara Cecilia entre risas mientras sus mejillas se sonrojan.
Gracias al Viagra, ella pasó una velada extensa, en la que Daniel aumentó su resistencia y potencia sexual, dándose cuenta que no era menos hombre por ocuparlo.Ambos reconocen estar mucho mejor desde que empezaron a usar la píldora. Eso sí, Daniel asegura que ya no la necesita, ya que aprendió a controlarse, pero la usa algunas veces cuando quiere
«pasar una noche de aquellas».Es el mercado del sexo para los hombres jóvenes que, inseguros frente a lo que exigen cada día más las mujeres, recurren a medicamentos que no necesitan para potenciarse y no quedar mal frente a ellas, o la sociedad.
Hombres que se sienten agobiados y con la sensación de tener que rendir más para no quedar mal, para no ser
«menos hombres», como plantea Antonio.
«Es culpa de las mujeres, que nos piden y piden todo, que tengamos un buen trabajo, que seamos buenos padres, y, además, que seamos buenos en la cama», finaliza enfático.
Ciberliesl