Acercar el conocimiento a las regiones: La oportunidad que nos dio la pandemia

Acercar el conocimiento a las regiones: La oportunidad que nos dio la pandemia

24 Noviembre 2020

Es innegable el valor de relacionarnos en persona y cómo es posible construir el conocimiento en base a la comunicación interpersonal. Pero ante las privaciones a las que nos somete la Covid-19, la pantalla nos alcanza su mano virtual y nos regala oportunidades que nunca antes pensamos tener.

Gabriel Carrillo >
authenticated user Corresponsal Corresponsal Invitado

La actual crisis sanitaria mundial ha puesto en movimiento y en aceleración el desarrollo de las tecnologías de la información y comunicación como nunca lo habíamos visto antes. Y es que la necesidad de desarrollar nuestras labores en estas circunstancias nos hizo volcar los esfuerzos en poder lograr objetivos sin la necesidad de asistir físicamente a nuestros lugares de trabajo o de estudio.

El riesgo de contagio nos llevó a descartar por completo cualquier tipo de contacto físico estrecho con quienes antes no dudábamos en saludar de la mano o compartir un salón. Es así como en medio de una crisis, la telecomunicación se volvió una obligación.

Podemos pensar sobre esta nueva costumbre como un salto inconmensurable hacia el futuro, o por el contrario, como el tiro de gracia a una sociedad que cada vez más deja de ser social y termina siendo solo una suma de individuos. Podemos tener muchas interpretaciones que pueden llegar hasta el nivel de una discusión antropológica del comportamiento humano. Sin embargo, para quienes tenemos la desdicha, y por qué no, la suerte, de vivir a cientos de kilómetros de la principal urbe de este país, la telecomunicación se vislumbra como la gran posibilidad de acceder al capital cultural que solo llega a las grandes ciudades.

No es del todo desconocido para los no-habitantes de Santiago de Chile que la abrumadora mayoría de eventos culturales importantes ocurren a las faldas del Cerro San Cristóbal. Y con esto no sólo hablo de conciertos, exposiciones, obras de teatro, y un sinfín de eventos de este tenor, sino que de algo tan valioso como necesario para todo el país: congresos, conferencias y ponencias.

Si bien es cierto que la realización de eventos educativos de esta calaña se ha extendido a otros lugares a merced de la invaluable labor de las universidades regionales, no es menos real que la dificultad de acceder a ellos depende de factores tan escasos como el tiempo y el dinero; la geografía de nuestro país también aporta a dificultar aún el acceso a estos eventos. Todo lo mencionado anteriormente, sumados a que somos un país naturalmente aislado, y lejano para la mayoría de los centros del conocimiento mundial, la telecomunicación aparece como la gran oportunidad que tenemos para poder acercarnos y atrapar ese conocimiento de fuente directa que nos es tan inalcanzable a veces.

Basta encender el computador y conectarse a una de las variadas plataformas de teleconferencia para poder escuchar al autor del trabajo seminal con el que hiciste tu proyecto de investigación. Ya no es necesario esperar a que alguna universidad organice un congreso; calzar las fechas para viajar al lugar donde lo realice; desembolsar dinero en viaje, hospedaje, cuota de inscripción, entre otros gastos. El avance tecnológico lo hizo todo más simple. Más amigable.

Es innegable el valor que entrega relacionarnos en persona, y cómo es posible construir el conocimiento en base a la comunicación interpersonal. No obstante, ante las privaciones a las que nos somete la Covid-19, la pantalla nos alcanza su mano virtual y nos regala oportunidades que nunca antes pensamos que podríamos tener. El teleaprendizaje llegó, y solo nos queda adaptarnos y quizás preguntarnos, ¿qué tan interconectados estamos? si al final de todo no somos máquinas; somos humanos. Por tanto, ¿qué hacemos con los que no se pueden subir a estos cambios?