[Carta al director]: "Un arquitecto para el mundo"

14 Enero 2016

"Lo más relevante del legado de Aravena radica en su convencimiento del rol transformador de la arquitectura y la responsabilidad pública del arquitecto", señala el Decano de Arquitectura de la Universidad del Desarrollo.

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El reconocimiento al arquitecto chileno Alejandro Aravena como ganador de la 39ª versión del Premio Pritzker de Arquitectura (equivalente al Nobel) es un hecho que nos llena de orgullo y marca un punto de inflexión en el desarrollo de nuestra cultura. A sus 48 años, es evidente que el jurado no está premiando la trayectoria, la diversidad o cantidad de obras de Alejandro; pese a que suman miles de viviendas sociales, y un espectro que va desde el diseño de muebles, arquitectura residencial e institucional hasta parques y planes de regeneración urbana y recuperación post desastres.

Lo más relevante del legado de Aravena radica en su convencimiento del rol transformador de la arquitectura y la responsabilidad pública del arquitecto. Lo que queda de manifiesto en su labor como investigador, teórico, docente y su práctica profesional desde Elemental, el do-Tank donde junto a un gran equipo desarrolla sus proyectos.

Desde los primeros días de Elemental, Alejandro insistía en que el verdadero compromiso social de la arquitectura estaba en enfrentar la inequidad como desafío profesional y no desde la caridad. Que no debemos esperar como meros espectadores a que alguna autoridad lidere las grandes reformas sino que podíamos influir "desde la arquitectura" en mejorar las políticas públicas, y finalmente, que nuestra disciplina cobrará relevancia cuando su discusión se amplíe de las secciones de cultura de los diarios a los cuerpos de reportajes y editoriales. El mérito de Aravena radica en la consistencia de esos principios sin transar en la búsqueda de un lenguaje propio, pertinente y bello. 

Este reconocimiento es probablemente lo más importante que le ha pasado a la arquitectura chilena luego de los triunfos en la bienal de Venecia. Me siento testigo privilegiado de sus méritos durante los primeros años de Elemental, y doy fe que este es sólo el comienzo de una nueva etapa más fecunda y desafiante para el arquitecto que hoy se sitúa a la altura de nuestros poetas Neruda y Mistral.

Pablo Allard, Decano de la Facultad Arquitectura y Arte

Universidad del Desarrollo