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La adicción sexual es un concepto algo difuso, no se puede cuantificar de manera objetiva, como pasa con otras adicciones como al alcohol. Cuando se trata de dependencia al sexo es algo íntimo, nadie tiene la autoridad para distinguir la frecuencia.

En la página sobre salud Doctissimo se habla de que muchas mujeres se quejan porque sus novios o maridos quieren tener relaciones dos veces al día. “¡Es un maniaco sexual!” dicen. Paralelamenta, señalan que hay pacientes que asegura que “darían lo que fuera” por un esposo que tuviera dos relaciones sexuales con ella cada día. De manera que cada uno tiene la libertad de decidir.

¿cómo podemos definir la adicción entonces? Es la persona misma la que la define cuando comienza a padecerla, en el sentido en que el sexo se convierte en una esclavitud.

Si alguien se siente empujado por una fuerza que no puede controlar, entonces estamos, efectivamente, en el terreno de la adicción. Cuando esto ocurre, el sitio antes señalado afirma que es frecuente escuchar frases como “es más fuerte que yo, me paso la vida buscando parejas sexuales y quiero curarme”.

Otro punto son los seductores, quienes buscan especialmente ser elegidos, reconocidos por el otro. Ellos seducen para que la otra persona caiga rendida a sus pies. Es su narcisismo lo que les empuja a querer sentirse amados y a buscar pruebas de este amor con o sin sexo. Puede haber sexualidad pero ésta no es central. Lo principal es esa necesidad patológica de seducir al máximo número de parejas posible para reconfortarse mediante la imagen que tienen de sí mismos.

Si bien esta adicción no se puede clarificar con exactitud, hay un peligro claro: la violencia sexual, la violación, que es una frontera que no debe pasarse.