Pensar los límites de nuestra democracia: A 100 años del atentado a la sede de la FOM

Pensar los límites de nuestra democracia: A 100 años del atentado a la sede de la FOM

11 Agosto 2020

Dicho trágico evento histórico se perpetró durante la madrugada de aquel día, y bajo la lamentable complicidad de las autoridades políticas de la región de la época, representantes del gobierno central.

Rodrigo Fecci >
authenticated user Corresponsal Corresponsal Invitado

El recién pasado 27 de julio, se cumplieron 100 años desde el atentado incendiario realizado contra la sede de la Federación Obrera de Magallanes (FOM), ubicada en la calle Errazuriz cerca de Av. España (entonces Av. Libertad) de la ciudad de Punta Arenas, perpetrado por “guardias blancas” de la Liga Patriótica de Punta Arenas[1] dónde resultaron entre 12 y 35 personas muertas (según diversas fuentes), y la destrucción total de aquel edificio.

Dicho trágico evento histórico se perpetró durante la madrugada de aquel día, y bajo la lamentable complicidad de las autoridades políticas de la región de la época, representantes del gobierno central. Como explicación a tal complicidad, se ha señalado la existencia de un ambiente belicoso en el país, por la falsa posibilidad de guerra en 1920 con Perú y Bolivia (la llamada  “guerra de don Ladislao”), propiciada por el gobierno central de la época, que significó un importante movimiento del ejercito hacia las zonas fronterizas del país y la organización de ligas o sociedades auto denominadas “patrióticas”, junto con un ánimo de persecución a quienes se consideró como enemigos internos, es decir, la organización obrera y estudiantil.

La F.O.M. fue una agrupación de trabajadores de la región de Magallanes, establecidas sus bases en el año 1911, con características similares a una mutualidad o sociedad de socorros mutuos, ante el malestar obrero existente en la región, principalmente determinado por las condiciones de trabajo, que buscaba articular la acción de distintos sindicatos de la época. Al año 1919[2], luego de ya algunos años de organización la Federación agrupaba a 5.847 miembros, y tenía un inmueble en Punta Arenas y otro en Natales, un taller tipográfico, y fondos de reservas para generar y financiar sus propias actividades, tanto sindicales, de ayuda, como culturales y políticas.

El nivel de organización alcanzado por los obreros a comienzos del siglo pasado, y la trágica reacción represiva recibida, deben ser atendidos en nuestro presente, para reflexionar sobre los objetivos y límites de nuestra democracia nacional, recogiendo conclusiones con perspectiva, en una época que avizora de importante discusión democrática en nuestra región, y en nuestro país.

En este sentido, el gran nivel de auto organización alcanzado por la Federación debe ser altamente destacado, pues la auto organización constituye una herramienta fundamental de grandes sectores sociales excluidos, y responde a una lógica de comprender el trasfondo emancipatorio de dicha actividad. La posibilidad de unir fuerzas entre los trabajadores les permitió resolver sus necesidades de vida más básicas, y mejorar sus condiciones de trabajo, antes que la actividad de cualquier autoridad política regional o nacional. Aquello formó un nivel de convicción muy profundo.

Así, entre sus declaraciones, se reitera como un principio ineludible de su acción y organización que “hoy en día el obrero se está formando el concepto verdadero de cómo debe actuar y obrar, y ha llegado a percatarse que no es el gobierno quien mitigue la miseria y hambre del pueblo, sino que debe ser la acción misma del pueblo que importa sus derechos, hoy usurpados por los más audaces que son: Gobierno y Capital”[3]

Mirada la situación desde nuestro tiempo, a 100 años de ocurridos aquellos hechos, nos permite comprender la necesidad de la acción colectiva directa de la sociedad, para resolver los problemas más básicos que requieren una vida digna: el acceso a la salud, a las jubilaciones, los seguros de cesantía, etc. En todo aquello las palabras de los trabajadores organizados en la Federación resuenan con una gran voz de autoridad para nuestra época, y nos invita a reflexionar sobre la necesidad de priorizar la organización y soluciones que vienen más directamente de la acción de las personas, como fuente de cambios y derechos, que las soluciones establecidas como un simple reconocimiento y promesa por parte de la administración estatal centralizada.  

El comprender que la solución a los problemas cotidianos y de largo plazo se logran mediante la auto organización y participación puede resultar un elemento central para la democracia, el que puede dar lugar a soluciones que configuren el anhelado poder político descentralizado en Chile, lo que debiera ser un tema que emane desde las regiones extremas, y de discusión central de un proceso de elaboración constitucional, y de cualquier forma de derecho en democracia, hacia el futuro.

A las convicciones ya formadas desde hace tantos años, debe agregarse por supuesto la experiencia social vivida durante todo el siglo transcurrido, que incluye la conciencia sobre el peligro de la impunidad ante crímenes de tan alta violencia como el de la FOM, la violencia estatal y para-estatal contra la organización social, pero también la de muchos derechos y libertades conquistados, y de movimientos que han surgido y que se mantienen vigentes en la organización y defensa de una vida mejor, y que enriquecen la situación actual con una perspectiva más integradora.

Aquí puedes ver el largometraje "Fuego" realizado por UMAG TV.



[2] Datos obtenidos del libro de Vega Delgado, Carlos. “La masacre en la F.O.M.”. Punta Arenas, Chile. 2014. 3° edición. Página 155.

[3] Mismo libro, página 156.