Consejos para un buen acompañamiento a niños, niñas y adolescentes durante este confinamiento

Consejos para un buen acompañamiento a niños, niñas y adolescentes durante este confinamiento

22 Julio 2020

No muchas veces se escuchan planteamientos respecto a la salud mental de los niños, niñas y adolescentes o sobre sus vivencias, miedos, anhelos o inseguridades en este contexto, uno tan nuevo para nuestra sociedad.

Sebastián E. Tapia >
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A cuatro meses desde que los niños, niñas y adolescentes dejaron de asistir presencialmente a las escuelas y colegios, se configura un escenario nunca antes visto, donde las clases virtuales y las tareas en casa pasaron a tener un protagonismo quizás no tan esperado dentro del hogar.

Si los establecimientos educacionales lo están haciendo bien o mal, si los niños, niñas y adolescentes están realmente aprendiendo o no, si los profesores viven un desgaste constante o si esta es una modalidad que debería permanecer en el tiempo, son temas dignos de analizar a nivel ministerial, dentro de las comunidades educativas y en las propias familias. Siendo lo antes descrito temas importantes, no muchas veces se escuchan planteamientos respecto a la salud mental de los niños, niñas y adolescentes o sobre sus vivencias, miedos, anhelos o inseguridades en este contexto, uno tan nuevo para nuestra sociedad.

¿Por qué es importante hablar de los menores de edad? Porque este segmento se ve doblemente afectado: En primer lugar les afecta la crisis en sí, el temor a contagiarse, a contagiar a un ser querido, los cambios de rutinas, el confinamiento, la interacción y educación virtual, etc, mientras que en segundo lugar es porque les afecta el estrés que perciben de los padres, madres o adultos cuidadores o grupo familiar. Suelen ser invisibilizados en sus necesidades.

¿Cómo acompañarlos entonces? Como la edad de los niños, niñas y adolescentes es diversa, intentemos segmentarlo por edades y vayamos a lo práctico. Estos consejos son aplicables a todas las edades, no son excluyentes.

-          En edad prescolar (hasta los 5 años aprox), promueva la expresión de emociones mediante el juego, el role-playing, mediante la interacción con mascotas o juguetes significativos. Promueva actividades donde el encuentro afectivo y lúdico entre los integrantes de la familia surja. En esta edad es fundamental el contacto físico, los abrazos, las risas.

-          De los 6 a 10 años, suscite el dialogo con los niños y niñas, que cuenten sus experiencias, temores, sentimientos, dudas, esperanzas y provea de ciertas certezas respecto a lo planteado por ellos. Se necesita que los adultos referentes sean percibidos como seguros y cuidadores.

-          De los 11 a 14 años nos encontramos en la etapa de la pre-adolescencia, donde los niños y niñas poco a poco empiezan a cuestionar o interesarse en cosas que no necesariamente vienen inculcadas por la familia. El grupo de pares adquiere mayor importancia. Por ello genere interacciones donde puedan contactarse virtual o telefónicamente con amistades y compañeros de la misma edad, promueva actividades estructuradas, pero disminuya la exigencia e intente como adulto generar mayor atención y consideración individual, pasando tiempos solos, sin el resto de la familia, para “conocerse” más y llegar a ellos de forma distinta. Un ejemplo práctico de ello es pedirle a los pre-adolescentes que les enseñen a ustedes como adultos los juegos de video que realizan, las aplicaciones en los celulares o computadores, etc.

-          De los 15 a 18 años estimule a participación en actividades fuera de las escolares virtuales: participación de actividades físicas, sociales, comunitarias. Promueva un pensamiento empático basado en las necesidades de los demás, pero no descuide las propias necesidades del adolescente. Intente conversar sobre los miedos e incertidumbres propios de la edad (estudios superiores por ejemplo o proyecto de vida más en general, identidad, etc).

Recuerde siempre que la reacción de los niños, niñas y adolescentes depende en gran medida de la reacción que ustedes como adultos tengan. Sus hijos e hijas van a imitar las conductas y la forma en que ustedes se desenvuelven, reaccionan y resuelven sus conflictos, preocupaciones o crisis.

No hay que olvidar que, si para los adultos ha sido difícil desenvolverse adecuadamente en este contexto, en los niños, niñas y adolescentes esto puede ser más complejo. Dependiendo de la edad que su hijo o hija tenga, puede no encontrarse presente en ellos la capacidad de comprender y elaborar lo que van experimentando, no necesariamente pueden contar con la oratoria o capacidad verbal para manifestar sus inquietudes o sentimientos y las redes de apoyo tienden a ser menores.

Hoy más que nunca tener la intención de conocer a nuestros hijos e hijas y querer ser parte de sus experiencias permitirá a los adultos brindar un apoyo eficaz y acorde a cada situación personal.