El mundo mágico de los niños

05 Agosto 2012
Si como adultos no nos olvidaremos de esa realidad espiritual, que nos sigue acompañando de por vida, tal vez sería mucho más fácil afrontar los días, envueltos de una fuerza espiritual diferente, la seguridad interna que nos enseñan los niños por esa unidad natural con su entorno.
Juan Lama Ortega >
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El 12 de Agosto en algunos países latinoamericanos celebramos el día del Niño. Por ese motivo y en vista del sufrimiento infantil tan grande en nuestro tiempo, hemos querido recordar  casi con nostalgia que cuando pequeños a la mayoría nos gustaba jugar fuera de casa, distraernos con la arena, las mariposas, las piedras o una sencilla flor.

Un mundo mágico nos envolvía y captaba nuestros sentidos abiertos al mundo, abierto a todo. Pocos habíamos escuchado hablar de los llamados seres de la naturaleza o ángeles guardianes, sin embargo, nos sentíamos protegidos y albergados en ese mundo que nos envolvía y en el que ahora como adultos podemos valorar sin error, que realmente algo o alguien nos cuidaba.

Hace algunos años cayó en mis manos un libro titulado «Liobaní: Yo cuento. Y tú, ¿me escuchas?» de la Editorial Vida Universal, cuyo contenido, según parece, procedían de un ángel que hablaba a los niños de esta Tierra. Sus palabras las encuentro muy valiosas, no sólo para el desarrollo emocional y posteriormente espiritual de los niños, sino también para padres y educadores que deseen transmitir a los pequeños unos valores éticos más elevados.

El ángel del que hablamos se dirigía así a los niños: «Querido niño, el espíritu protector no se aparta de tu lado. Él se esfuerza por servirte y ayudarte, para que te conviertas en un habitante útil de esta Tierra, que ame a los hombres, animales, plantas y piedras, todo lo que la Tierra lleva de vida».

En la Declaración de los derechos del Niño, aprobada en 1959 por la Asamblea General de la ONU, podemos leer algo parecido bajo el principio séptimo : «Al niño se le dará una educación que favorezca su sentido de responsabilidad moral y social, y llegar a ser un miembro útil de la sociedad». El espíritu altruista de esta declaración coincide aquí con aquellas palabras del ángel, que más adelante  continuará diciendo: «Tu ángel guardián ha sido puesto a tu lado por Dios, tu Padre. Él desea que hagas que tu alma luminosa se vuelva aún más luminosa y que la fuerza de tu alma fluya al mundo».

¡Qué gran alivio para un padre terrenal saber que nuestros hijos tienen un ángel protector! Y qué alegría saber por extraño que parezca que existen testimonios escritos actuales de un ángel espiritual, llamado en este caso Liobaní, que cuenta y aclara a niños, adolescentes y jóvenes cómo crecer y avanzar en este mundo de una forma más positiva, abierta y alegre.

Si como adultos no nos olvidaremos de esa realidad espiritual, que nos sigue acompañando de por vida, tal vez sería mucho más fácil afrontar los días, envueltos de una fuerza espiritual diferente, la seguridad interna que nos enseñan los niños por esa unidad natural con su entorno.

Juan Lama Ortega

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