Más nosotros menos yo: Apatía no

Más nosotros menos yo: Apatía no

24 Febrero 2021

La apatía destruye toda articulación social, desvaloriza nuestros territorios, su cultura, transformando la realidad como un objeto irreal de diálogo partidista, pimponeando modelos que poca atingencia tienen con la realidad.

Juan Ignacio Cordero >
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Desde fines del siglo XX, han estado germinando en nuestra sociedad procesos de democratización profunda de la acción política, que tienen como objetivo el reconocimiento del ciudadano como actor y promotor de resignificación de realidades y problemas, bajo preceptos colaborativos, sincrónicos y culturales, que promueven la dignidad y puesta en valor de las ideas fuerza de la identidad de los grupos humanos que cohabitamos en un espacio de interacción vivo, dinámico e intergeneracional.

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Ese trabajo ha estado liderado históricamente por dirigentes sociales, líderes y agentes de cambio que han consagrado su vida en el “kume mongen”, el buen vivir, contribuyendo desde la conciencia  pura o a veces desde la intuición, que es nuestro sentido básico de conocimiento ambiental de realidades invisibles.

Es así que se levantan banderas de lucha de distintos temas y realidades (patrimoniales, culturales, medioambientales, etc) que permean en el colectivo, construyendo una forma de hacer política ciudadana y comunitaria desde el respeto por la libertad de sus actores, en un marco general que cree sintonía en todos sus miembros. Es la confianza y la visión de futuro que genera esa amalgama para el trabajo, desde la autogestión como método que consagra la épica y la mística.

Pero lo que da valor en esta forma de diálogo político ciudadano es la empatía, el creer y querer cambiar "algo" hacia un estado superior de conciencia social que promueva un "nosotros" más que un "mío".

Y en esa lógica, el principal enemigo de esta escuela de filosofía política comunitaria es la apatía, la desconexión de nuestra condición de ser humano que por antonomasia se basa en el reconocer al otro como parte de mi realidad. La apatía que se inculcó desde la despolitización promovida por el individualismo y la ignorancia de que todos somos parte de algo.

Etimológicamente, la RAE nos define "apatia" como "dejadez, indolencia, falta de vigor o energía"; desde la psicología, la apatía es una condición o estado de falta de motivación o de interés por los diferentes aspectos de la vida, generalmente asociada a un estado de malestar o desesperanza.

Existe una indiferencia tanto a nivel cognitivo como afectivo a la mayoría de estímulos, y las ganas de actuar brillan por su ausencia, que en una manifestación máxima se conoce como abulia, que es la falta de voluntad para tomar decisiones, focalizarse en objetivos y tener la motivación para cumplirlos. Las personas con abulia presentan un bajo nivel de energía vital y un interés prácticamente inexistente en estímulos o actividades que antes le hubieran motivado, personas que sufren o han sufrido un estrés prolongado a lo largo del tiempo, con un elevado nivel de frustración y sufrimiento que se vive con indefensión y desesperanza, siendo un fenómeno más común de lo que uno cree en la vorágine del día a día y más el contexto de multicrisis que vivimos como humanidad.

La apatía destruye toda lógica social de construir comunidades de confianza, que contribuyen y le dan ética al futuro, la apatía es ver la realidad desde una perspectiva de un analgésico, creyendo que consumiendo mi medicina salvo mi mundo, siendo reflejo lo anterior una comprensión farmacológicamente de la realidad, sabiendo que tenemos farmacias en los sectores urbanos en cada esquina, siendo éste un comportamiento humano fortalecido por factores comerciales

La apatía destruye toda articulación social, desvaloriza nuestros territorios, su cultura, transformando la realidad como un objeto irreal de diálogo partidista, pimponeando modelos que poca atingencia tienen con la realidad ya que es de interés particular de un grupo con objetivos particulares.

En función de lo anterior, nuestra energía debe estar en vivir en la era de la empatía, sea ésta histórica, social, económica, ambiental o en el campo que necesite una comunidad. Como especie animal siempre nos hemos caracterizado por creer en algo o en alguien ajeno a nuestro medio, es momento de creer en nosotros y en nuestros pares que podemos y en nuestras manos está la posibilidad y opción de cambiar realidades imperfectas.

Creamos en nuestro poder natural, en nuestro potencial creador y de transformación. Por eso y mucho más, apatia no.

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