Opinión: El lado “B” de la DC para el golpe

Opinión: El lado “B” de la DC para el golpe

23 Septiembre 2013

La influencia y participación de la Democracia Cristiana que se confabuló hace 40 años y que terminó en el golpe de Estado ” luego su sostén y su colaboración con la dictadura militar”, sirven para identificar una política cómplice con la violación de los derechos humanos.

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Por: Ruben Guerra en http://www.espoleta21.cl

La Democracia Cristiana, con mucha razón la Declaración de los 13” hace énfasis en la responsabilidad de la directiva de ese Partido, que tenía la mayoría electoral y dominaba ambas Cámaras – sus dos presidentes eran democratacristianos, Eduardo Frei y Luis Pareto, respectivamente – de no haber impedido este golpe de Estado, que terminó por destruir la institucionalidad.

Grupo de los Trece, es el apelativo con que se reconoce a los 13 militantes del Partido Demócrata Cristiano de Chile que el día 13 de septiembre de 1973, dos días después del derrocamiento del presidente Salvador Allende, firmaron una declaración pública de rechazo al golpe militar.

La declaración de los 13 estableció una clara distancia con la postura oficial de los dirigentes máximos del partido, encabezados por el expresidente Eduardo Frei Montalva y por el entonces senador Patricio Aylwin, quienes dieron inicialmente su apoyo explícito a la Junta Militar.

Dec.JPGCondenamos categóricamente el derrocamiento del Presidente Constitucional de Chile, señor Salvador Allende, de cuyo Gobierno, por decisión de la voluntad popular y de nuestro partido, fuimos invariables opositores. Nos inclinamos respetuosos ante el sacrificio que él hizo de su vida en defensa de la Autoridad Constitucional.  13 de septiembre de 1973. ( doc. Original Museo de la memoria  )

En el fondo, el militarismo de derecha invadió la base de la Democracia Cristiana que, en su mayoría, rechazabas el diálogo Allende-Aylwin y estaba claramente embarcada en la solución golpista. Está suficientemente probado que Eduardo Frei Montalva, siendo presidente del senado y líder indiscutido de la CODE, (Confederación Democrática), no tuvo ninguna voluntad, aún a petición del cardenal Raúl Silva Henríquez, de dar una salida democrática a la crisis, estando seguro de la inminencia del golpe de Estado.

Dos años que terminaron en forma abrupta con la decisión del régimen, este no vaciló en reprimir a militantes de la DC, de censurarlos, saco del aire la radio Presidente Balmaceda, encarcelar y expulsar del país a algunos dirigentes y ex parlamentarios, se intenta asesinar en Italia a Bernardo Leighton y su esposa, Anita Fresno. Ante las protestas vino la proscripción.

La DC, dirigida por Patricio Aylwin ligado firmemente a Eduardo Frei Montalva, fue determinante para el golpe militar. Aylwin se convirtió en presidente del partido reemplazando a Renán Fuentealba con apoyo del freísmo y bajo el lema “no dejar pasar una al gobierno”.

Expresaba una opinión parcial, no era unánime en el partido, generada por la influencia sediciosa de la derecha golpista. El freismo jugaba al golpe militar apostando a que una vez derrocado el gobierno constitucional, los militares les entregarían el mando del país. Las maniobras desestabilizadoras del gobierno norteamericano tuvieron sin duda mucha importancia, y aún no se conocen en detalle. A la corriente mayoritaria de Frei y Aylwin se oponía una minoría encabezada por Bernardo Leighton y Renán Fuentealba, que se mantuvo firme y no pudo ser silenciada.

El ex senador Renán Fuentealba estimaba que los aparentes intentos de los últimos meses para buscar una salida a la crisis institucional que amenazaba a la democracia chilena, habían sido una farsa. La directiva DC y Patricio Aylwin no tenían ningún interés en evitar el golpe. Así lo dijo en una carta que envió a Gabriel Valdés a fines del año l973: “Nunca hubo la intención clara y determinada de hacer un esfuerzo máximo para buscar una salida democrática. Más bien hubo una farsa de conversaciones, cuyo éxito no se deseaba realmente. Los hechos demuestran que hay muchos comprometidos en el ‘pronunciamiento’, el cual se trata de justificar enviando al extranjero delegaciones”.

En 1975, Radomiro Tomic señalaba para la revista Chile-América, publicada por exiliados chilenos en Roma, que algunos elementos esenciales en la responsabilidad de la DC en su apoyo al golpe militar y a la junta de gobierno eran los siguientes: que el 9 de agosto de 1972, de acuerdo a una petición de Patricio Aylwin, el presidente Allende había formado un gabinete con participación institucional de militares. A los pocos días, la DC se desligó del compromiso y empezó a exigir la renuncia de los uniformados.


imageEn segundo lugar el “apoyo frontal” de la DC a la huelga de los camioneros y otros sectores de claro carácter “ilegal y absolutamente inmoral a la luz de la moral cristiana”. Tercero, la declaración de la Cámara de Diputados, controlada por la DC, “ilegalizando” al gobierno; finalmente, la declaración de la directiva nacional del PDC del 12 de septiembre de 1973 en apoyo al golpe militar Y “el silencio del Congreso Nacional, poder constitucional cuyas dos ramas estaban bajo el control de la Democracia Cristiana, que se negó a todo pronunciamiento de solidaridad con el gobierno a raíz de la tentativa de golpe de Estado del 29 de junio y que aceptó sin protesta la clausura el 11 de septiembre”.

El compromiso de la DC con la extrema derecha y la orientación golpista se acentuó con la frustración del bloque opositor ante el resultado de las elecciones parlamentarias del 4 de marzo de 1973. La votación obtenida por la Unidad Popular cerraba la posibilidad de derribar al gobierno mediante la declaración de inhabilidad del presidente de la República. Sólo quedaba el camino del golpe de Estado. Ante esa opción, la DC se inclinó por la ruptura institucional mediante un alzamiento militar.

Repasando responsabilidades, meses después Radomiro Tomic diría: “… la Democracia Cristiana no puede pedir para sí el papel de Poncio Pilatos en el desastre institucional. La gravitación de lo que se hace o se deja de hacer cuando se controla el cuarenta por ciento del Congreso Nacional, el treinta por ciento del electorado nacional, el treinta y dos por ciento de los trabajadores organizados en la CUT, el cuarenta por ciento del campesinado y las organizaciones juveniles chilenas, diarios, radio y TV, cinco de las ocho universidades del país, la gravitación, digo, de una fuerza de tal envergadura, tiene efectos decisivos por sus acciones o por sus omisiones”.

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