Vacíos legales: “El manjarsh” de los candidatos

30 Diciembre 2015

Las nuevas generaciones se abren, a paso firme, entre el camino de quienes ya lo han recorrido, pero que en la práctica lo han dejado en pésimas condiciones

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En medio de la gran crisis de confianza que ha remecido la política en este último tiempo, se ha dado una luz de esperanza que nos permite creer que el futuro político puede ser mejor de lo que ya está establecido, de toda crisis nacen oportunidades.

Las nuevas generaciones se abren, a paso firme, entre el camino de quienes ya lo han recorrido, pero que en la práctica lo han dejado en pésimas condiciones, por lo que han tenido que repensar más de alguna jugada o directamente retrasar algunas decisiones para así poder reparar lentamente las fracturas del sendero que no permite a la sociedad asumir la confianza para su  tránsito.

A casi 10 meses de poder vivir el proceso eleccionario que definirá las nuevas autoridades municipales en nuestro país, muchos de estos nuevos rostros políticos intentan demostrar a en base a un discurso fresco y lleno de energía, que pueden ser la nueva alternativa de cambio  para un sistema que ha perdido totalmente su credibilidad debido a los múltiples casos de corrupción y con un elemento adicional como lo es la falta de moral en la toma de decisiones. Pero lamentablemente hay un factor común que se sigue repitiendo a medida que nos vamos insertando en los procesos electorales.

Usted seguramente ha visto (A más de un año de las próximos comicios) propaganda haciendo alusión a una campaña electoral, así como también incitando al voto por algún aspirante al concejo municipal o alcaldía de su comuna.  Siguiendo en la misma dirección, puede ser que en más de una ocasión se haya encontrado de frente  con un muro  pintado con distintos nombres y  recordando el año  en el que debe ir a emitir su voto, o simplemente puede que no le haya sorprendido ver alguna paloma colgada en un poste del tendido eléctrico con un rostro simpático, acompañado de una frase optimista que naufraga en un mar de inseguridades. ¿Pero se ha preguntado si todo esto es legal? La respuesta es no, no lo es, pues la ley establece claramente que la propaganda electoral sólo se podrá realizar 30 días antes del día de la elección, exceptuando los últimos tres.

Entonces, si la normativa vigente es más que elocuente ¿Por qué hay quienes comienzan anticipadamente sus campañas? Pues bien, a pesar de lo explícito de la legislación que tenemos con respecto a las campañas políticas y al reglamento que estas se apegan, no está exenta de vacíos legales, situación que claramente ha sido aprovechada muchas veces por parte de quienes apuntan a no caer en las llamadas “malas prácticas políticas”. Esta situación genera una inevitable contracción, pues en sus discursos se apunta a cambiar estas situaciones, pero en la práctica caen en lo mismo, lo cual hace reaparecer en las nuevas generaciones el fantasma del círculo vicioso de la vieja política.

La situación anteriormente expuesta se ve alimentada por los mismos vacíos legales que se mencionan, pues la ley establece como propaganda electoral todo aquel material que haga un llamado explícito a votar por alguien, esto quiere decir que si aquella “palomita” tuviese una leyenda como “Vota/Vote por Juana Jerez, Alcaldesa” recién se le considera como propaganda electoral, mientras que la misma infografía con una leyenda que no incluya palabras como “Vota/Vote” o “Alcaldesa” no se consideraría como propaganda. Este vacío ha sido aprovechado por los candidatos más jóvenes (y claramente por los personeros tradicionales también) los cuales se zafan de los alcances legales y quedando “libres de polvo y paja” utilizando la justificación que ambos términos en negrita están ausentes de sus carteles.

Claramente estas situaciones desprestigian aún más la política, afectando a las generaciones más jóvenes, las cuales quedan como “más de lo mismo” ante la ciudadanía y políticamente como inconsecuentes, al repudiar prácticas en el discurso y caer en las mismas en la realidad. Aún se está a tiempo de enmendar los errores, solo hay que darle cordura y consecuencia a nuestros discursos, pero no con más palabras, sino que con acciones que realmente reflejen nuestras convicciones de cambio.

Por Macarena San Martín