#HATERSGONNAHATE: El comportamiento odioso en las redes sociales

20 Octubre 2020

Últimamente el confinamiento ha fomentado los espacios de comunicación dentro de los núcleos familiares, despertando así cierto interés en la integridad de cada miembro de la familia, es así como se levanta el siguiente hallazgo: Los niños hablan otro idioma.

Eduardo Saldías >
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Los niños y niñas que tienen acceso a nnternet, no solo hablan otro idioma, sino que viven otro mundo, uno más sensible, con otras reglas y patrones de conducta inentendibles por nuestros amados boomers. Y es justamente esto por lo que estoy aquí, para explicarte y que puedas entender, de la forma más humana, ¿Qué ocurre en las redes? Y ¿Cómo podemos lidiar con todo esto?

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Hoy escribo sobre una de las olas más repudiables e injustificadas del último tiempo, un ente desquiciado que levanta la piel de gallina a muchos generadores de contenido, atacando directamente la autoestima y el bienestar integral de los usuarios sin necesidad de atravesar la pantalla. Queridísimos, hablemos del “hate” (odio, en inglés).

Hate, o mejor oído como “Jeit” por los padres y apoderados de esa elocuente Generación Z que no suelta su smartphone ni para regar una planta, es un ser maligno, generado y transportado por los “Haters”, traducida literalmente como “odiadores”, cuya finalidad es desembuchar indiscriminadamente aspectos negativos sobre un contenido original por medio de los comentarios, mensajes directos y/u otro medio de mensajería al generador de valor en cuestión.

Pero ¿Y si el contenido es malo? ¿Y si es para mejor? ¿Y si hay puntos válidos en los comentarios? Bueno si es ese el caso, quisiera que no me mal entiendan, pues soy fiel creyente de que la retroalimentación es un regalo, y que mientras mejor sea el pulido de un diamante, más hermoso este será. Sin embargo, cuando hablamos de “Hate” hablamos de odio por decisión propia, no como consecuencia de agravio, ni ligado a la calidad del contenido, por lo tanto mucho difiere de una crítica constructiva, y apunta a tener las características de un desquite pasional en las redes.

Mayor es el impacto si estamos en presencia de un “Troll”, ya que, desde su origen en los 90´ estos buscan la ofensa personal para despertar reacciones viscerales en los lectores solo por diversión, ya vemos que mucho difiere de aquel que decidió dar un paseo por las mazmorras de Hogwarts de magia y hechicería por el 2001, aunque la fealdad es la misma.

Ahora es donde cualquiera en su sano juicio se preguntaría ¿Por qué alguien haría algo así? Odiar por odiar o peor, por diversión, y es que con suficiente altura de mira es fácil deducir lo que ocurre, los “haters” se odian a sí mismos, pues el esfuerzo y el éxito de otros despierta en ellos la incomodidad de que el sedentarismo y la inercia sobre la cual se sostienen los tiene sumergidos en el rol del ser pasivo que consume y no produce, por lo tanto, buscan la manera de alimentar su ego por medio de la influencia sobre el activo y así suministrarse el placebo del bienestar efímero y dañino al que ya son tan adictos.

Finalmente, ¿Por qué es tan difícil lidiar con ellos? Si ya dejé claro que su predisposición a intervenir en nuestro contenido no depende de la calidad de éste, la verdad es que, como dice el dicho latín; “Verba volant scripta manent” que significa “las palabras vuelan, lo escrito permanece”, y es la perpetuidad de sus comentarios y el hecho de poder leerlos nuevamente lo que penetra nuestras susceptibilidades e inseguridades al punto de generar la parálisis del blanco.

El “hate”, debido a su grado de influencia y penetración, generación espontánea y baja trazabilidad es una herramienta de marketing antiético, capaz de desestimar la más noble de las causas y generar una fisura dentro del consciente colectivo, y según Robert Elliot Smith, quien en su obra “Rage inside the machine” describe que aquellas publicaciones con mayor alcance y potencial de viralización son las que, según el algoritmo de redes sociales, generan emociones ligadas a la ira, miedo, enojo e indignación, de modo que su acción es rápida y efectiva.

Me disculpo por la negatividad de lo expuesto, pues no veo una manera de suavizar la presencia de estos entes que enturbian el refrescante flujo de información y emociones que son las redes sociales y las plataformas digitales, sin embargo, viendo el lado positivo, la conciencia de su presencia es el mejor escudo contra su acción, ya que, hay dos caminos en redes sociales: Puedes ser cínico y esconderte detrás de un alias, en la seguridad del anonimato y la ceguera del brillo de tu pantalla; O puedes ser real, y brillar por tu cuenta, tener amistades reales y compartir con ellos, hacerlos parte de tu vida, a pesar de la distancia, colaborar y crear arte, música, conocimiento y debate, generar contenido guardable y compartible y, finalmente, contribuir a que las redes sean un lugar más humano y seguro para todos sus usuarios.

Con esto cierro este tema, y la próxima vez que oigas a tu hijo, primo, sobrino, amigo o pariente angustiado por el hate en sus redes, solo dile que esos comentarios son más falsos que el “sí, entendí” en una clase online.

Muchas gracias por ser humano. #Quedateencasa

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