¿Sabías que entre los 45 y 50 años un adulto comienza a experimentar cambios que afectan las funciones ejecutivas y cognitivas? Éstas se hacen más evidentes durante la etapa del envejecimiento.
Durante la gestación, antes de nacer ya creamos nuestras neuronas y aprendizajes esenciales para la vida. La estimulación cognitiva no solo se debe trabajar durante los primeros 6 años de vida sino que es muy importante desarrollarla en la vida de los adultos mayores, tema que no ha sido abordado en profundidad.
¿Sabías que durante los 45 y 50 años un adulto comienza a experimentar cambios que afectan las funciones ejecutivas y cognitivas? Éstas se hacen más evidentes durante la etapa del envejecimiento.
En esta etapa ocurren cambios drásticos para la persona, a nivel psicológico, físico y social. A pesar de ser diferentes en cada individuo, los cambios y el deterioro cognitivo son inevitables, es por esto que se vuelve esencial estimular dicha área.
No solo existen capacidades que se pierden, hay algunas que se pueden mantener y otras mejorar. Esto dependerá del tipo de envejecimiento que tenga la persona, la calidad de vida; en el que inciden factores como la alimentación, el sedentarismo y el manejo de emociones.
Debemos diferenciar el deterioro cognitivo a otras patologías que existen en el envejecimiento y que también afectan la memoria. Las personas que presentan un deterioro cognitivo tienen alteraciones en la memoria mayores a lo que se puede esperar a cierta edad. Además de presentar dificultades en la capacidad de atención y procesamiento de la información.
Los adultos mayores pasan por la etapa del ciclo vital considerada como una de las más difíciles, a la que se le suman dificultades de todo tipo; económicas debido a una vida laboral parcialmente disminuida o con bajas pensiones, soledad y tristeza porque muchas veces no cuentan con una red de apoyo familiar-social suficiente para contenerlos y claro, las dificultades en el área cognitiva.
Es de vital relevancia el apoyo familiar, estar en constante observación y monitoreo de las actitudes que tienen los adultos mayores, para poder intervenir de manera adecuada y segura con actividades cotidianas que favorezcan las habilidades ejecutivas y cognitivas, para de esta forma, mantener y/o aumentar el rendimiento del cerebro.
Para llevar a cabo esto, es aconsejable acudir a un profesional de la salud quien podrá orientar a la familia y al paciente en este proceso y así propiciar que cuenten con una mejor calidad de vida, fomentando un desempeño autónomo en el día a día.
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