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Estamos entrando en la recta final del 2020 y el coronavirus no nos da tregua. En Temuco, las cifras de casos activos no bajan y la cuarentena total sigue acrecentando la crisis económica de muchas familias.

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Eso sí, hubo algo que el COVID no pudo cambiar, y fue el ímpetu ciudadano expresado en las urnas el pasado 25 de octubre. Chile quiere una Nueva Constitución.

Las semanas han pasado, pero es imposible no hacer esta reflexión si miramos los datos objetivos. En la última elección municipal en Temuco votaron alrededor de 60.000 personas. En el plebiscito de este año, votaron más de 117.000 ciudadanos, casi el doble de votantes.

Los principales análisis giran en torno a un aumento de la participación de votantes jóvenes que tradicionalmente se restaban de los procesos eleccionarios desde que la votación paso a ser voluntaria, pero hasta que el SERVEL no suba información sobre la participación segmentada por género, zona y rango etario, solo se pueden hacer balances generales.

Personalmente creo que, si bien el aumento de participación fue la tónica a nivel nacional, la situación de Temuco responde a un malestar que por años la gente ha tenido guardado. La comuna ha progresado, es cierto, pero lamentablemente se han ido creando ciudadanos de primera y segunda categoría, barrios postergados y se ha normalizado la exclusión social.

La redacción de una Nueva Constitución es una oportunidad para que como sociedad sanemos las heridas que un modelo individualista fue creando en los últimos 30 años, pero también es la oportunidad para que en la capital de La Araucanía hagamos mejor las cosas, para que construyamos una comuna más justa donde todos nos sintamos partes.

Que el ímpetu ciudadano siga vivo.

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