¿Qué frágil y antojadiza es la memoria?, digo, ya que los berrinches de Juan Antonio Coloma, sobre que el Gobierno de Michelle Bachelet estaría impulsando una agenda legislativa a fin de mejorar los números del candidato Eduardo Frei, resultan bastante ingenuas y es que este tipo de estrategias ya han sido utilizadas en el pasado y uno de sus más grandes triunfos y que vino a justificar la eficacia de sacar a la pizarra a los adversarios en momentos electorales álgidos, es aquel día en que Joaquín Lavín vio truncada su opción presidencial frente a Ricardo Lagos al verse obligados en la Alianza a tomar posición sobre una iniciativa laboral en el Congreso.

La pregunta entonces no es si las personas comunes y corrientes saben, comprenden o intuyen que el ejecutivo utilizará todos los medios a su alcance para lograr el objetivo de reelegirse por quinta vez, sino más bien en saber si los diputados y senadores que dan sustento legislativo a la Coalición por el Cambio, estarán dispuestos a ceder terreno con tal de no estropear o hacer peligrar la elección de Sebastián Piñera.
Podríamos suponer entonces que materias relacionadas a lo laboral, derechos ciudadanos y otros tantos temas llamados valóricos, se convertirán en la prueba de amor, o tal vez, o en la piedra en el zapato con que la Alianza saldrá a demostrar cuánto desea ser Gobierno y qué está dispuesta a conceder para lograr ese objetivo.
Bueno, hay que reconocer que no le queda otra a Coloma que salir a criticar, pero supongo que por los datos con que se cuenta, esto ya debe estar contabilizado hace rato en el comando de Piñera. Es decir, si de mi dependiera diseñar la reacción del presidenciable de la Alianza, yo saldría a decir simplemente que “en hora buena el Gobierno se puso las pilas” o “qué rico, vamos a poder aprobar un montón de leyes que llevan como 500 años esperando”. Eso, creo, anularía en algo la sensación de aprieto con que de seguro nos toparemos en los días que quedan de campaña.
Por otra parte, Sebastián Piñera podría utilizar a su favor el impulso legislativo de Bachelet para adelantarse y promover que se legisle en temas más concretos y sensibles al común de la gente, como por ejemplo, modificar la ley de tránsito a fin de hacerla más poderosa y ejemplificadora en sus sanciones a raíz del dramático caso de un tipo que conduciendo ebrio mató a siete personas en Colina. O también promover, desde ya, la aprobación del “bono marzo” con que se comprometió de salir electo.
Está bien, puede que me critiquen por proponer tan crudamente el utilizar la contingencia como un elemento más de campaña, pero tanto moros como cristianos saben que estos acontecimientos, o podríamos llamar también urgencias, son recursos periódicos en las reuniones de pauta en ambos comandos. Que no lo digan así tan abiertamente, no quiere decir que no se tomen en cuenta para definir qué dirá o a dónde irá el candidato mañana.
Como dijo alguna vez Mafalda: “lamentablemente lo urgente no deja tiempo a lo importante”. Así que vamos preocupándonos de lo urgente señores y de limar todas aquellas asperezas que puedan representar un peligro en el Congreso, pues para planificar el Chile del mañana, habrá tiempo mañana.